sábado, 30 de julio de 2011

"Reflexiones de un inconciente desvelado"

No sabemos como empezar y esto mismo ya es el comienzo. El desconocimiento no es sinónimo de irrealidad; no saber algo puede a lo sumo significar, que no sabemos que lo sabemos. No importa cuánto apartemos la vista, las cosas no dejan por eso de existir.

Vivimos con la ilusión de que comandamos nuestro discurso. Somos los amos y señores de nuestro propio universo interior y no existe nada que pueda entorpecer el camino de un hombre con convicción. “Yo soy” es el principio de un sinfín de enunciados, todos destinados a reasegurar nuestra posición en el mundo. La postura de quien se cree parado en tierra firme se reduce, en última instancia, a lo que en esencia es…una postura.

La seguridad absoluta es el pedestal sobre el que se monta la arrogancia, no podemos más que ensayar respuestas, de nada nos sirve la firmeza ni el razonamiento lógico cuando de la vida se trata.

Jaques Lacan ya lo decía en uno de sus seminarios, “no se trata de comprender, se trata de concebir”. Es aquí otra dimensión de entendimiento la que propone el autor, una basada precisamente en la contradicción; se comprende en la medida en que se deja de pretender comprender.

Las estructuras mentales, tan bien alimentadas por patrones socio-culturales, se muestran renuentes a este precepto. Una especie de instinto lógico parece surgir ante cada circunstancia. Creemos tener todo resuelto, incluso antes de haber entrado en real contacto con nada. Vivimos precipitando juicios y condenas, todo nuestro entorno esta ya etiquetado de ante mano porque no soportamos vivir con la duda. Nos aterroriza pensar que puede haber algo ahí afuera que no sepamos nombrar, que no se deje ubicar en una categoría, y que en cualquier momento, y sin previo aviso, pueda aproximársenos y envolvernos en su torbellino de vaguedad.

Amantes de los contornos bien delimitados, porque se siente mas seguro, porque así ya no tenemos que ponernos a pensar que haríamos sin ellos, tanto más fácil nos resulta andar por caminos ya marcados, movernos en el mar solo hasta donde los andariveles lo indiquen.

Experimentar solo las sensaciones que, se supone, corresponden a cada evento…Podría armarse un manual, una especie de extenso reglamento donde se especifique todo los susceptible a ser vivido, en que contexto y con qué ánimos. Podemos mofarnos cuanto queramos de estas reglas, podemos incluso hacer como si no existiesen y aun así, seguirían existiendo.

Porque no se trata aquí de caer en los idealismos vanos, de creer que puede existir un mundo poblado por humanos, en donde todas las normas del aparentar no apliquen, no tengan vigencia. Se trata esencialmente, de partir de bases realistas que permitan una superación espiritual genuina. No intentar comprender, hacer a un lado la utopía de que se puede vivir al margen, e intentar mas bien trascender los juicios, atravesándolos, concibiendo su estructura interna, tomando de ellos lo que tengan de reciclable y trabajar en una elaboración propia, consciente y superadora.

Andrea Basile

sábado, 16 de julio de 2011

Mi puta tibieza


Seguramente esta imagen duela más cuando termine de contarles. Esta foto pertenece a Kevin Carter, un fotógrafo sudafricano que justamente gano el premio Pulitzer con esta foto que muestra a una desnutrida niña a punto de ser devorada por un cuervo. A él le pareció más importante mostrar al mundo la cruda realidad de África que ayudar a esa niña. Qué si lo hacía con ella también lo tenía que hacer con miles de otros que corrían la misma suerte. Fue cuestionado y juzgado por todo el mundo reportero y no tanto. Quienes lo conocieron aseguran que Carter nunca más volvió a ser el mismo luego de esa fotografía y valla que así lo fue: catorce meses después, Carter, se suicida inhalando el monóxido de carbono emitido por su automóvil mediante una manguera conectada al caño de escape.

No soy Dios, ni deseo serlo, para juzgar a este hombre, pero sí me da el pie para hablar acerca de las consecuencias que suelen traer aparejadas, el no meterse.

Hace un tiempo se dio un cambio muy, pero muy, grande en este país: que la presidenta sea eso mismo, presidenta y ya no presidente fue el primero de los pasos para un posible cambio. La muerte del ex presidente como refuerzo y presagio para dicho cambio, también. El cuestionamiento hacia los medios de comunicación fue otro, que Mirtha Legrand esté fuera de los medios, también. Que Passarella (actual presidente de River) le haya pedido la renuncia al presidente, desde hace más de 30 años, de la AFA, también. Que River se haya ido a la B, también. Que los países de Sudamérica tengamos las economías más estables del mundo, también.

(Quizás parezca gracioso que ponga en la lista de cambios, a River, a Mirtha, a Passarella, Grondona, pero suelo ver en “latele” y en el fútbol síntomas reflejos de cómo anda una sociedad, o más bien un país)

Creíamos el cambio, ya no era solo una sensación, era el olor, las ideas y las políticas hechas carne. Y muchos así lo veíamos.

Entonces seguí buscando en mí cabeza cuales pueden haber sido el o los errores de tan marcada diferencia en la derrota de Filmus y llegue a la siguiente conclusión: Mi puta tibieza, (ojo: no indiferencia). Mi templanza y la de millones do otros como yo que no tienen los cojones para definirse a favor de alguien y hacer algo para que ese alguien triunfe y de esa forma triunfemos. De muchos otros como yo que prefieren la tibieza a decir “me equivoque”. Claro: porque siendo tibio, en el caso de que Filmus se mande alguna puedo, igualmente, quedar bien parado y salir a buscar otro. Porque podría escribir haciéndome el pelotudo, como otras veces, en contra de Macri, pero hoy prefiero escribir a favor del Frente para la Victoria, prefiero quedar estigmatizado como Kirchnerista antes que un tibio cagón que pretende caer siempre bien parado en la siempre cómoda vereda del anti macrismo.

Porque si, porque me han dados motivos más que suficientes para poder desentrañar diferencias entre Pino Solanas y Cristina Fernandez.

Porque además tengo 28 años y sé que la política no siempre es tan pura como nos gustaría, como así también sé que la demagogia va de su mano. Y esto no me desilusiona, porque a diferencia de la iglesia siempre lo supe, jamás nos dijeron que la iglesia suele ser sucia pero sí la política. Entonces no tengo problemas en definirme a favor de quien creo “no lo menos peor”, sino “lo mejor” para este país y para este mundo donde pocos países han tomado conciencia del cambio que se ha dado a nivel global. No estoy hablando solamente del cambio climático, sino de los cambios en las economías. Argentina es uno de los pocos países que ha tomado conciencia de esto, de cómo debemos bien aprovechar los recursos naturales y económicos, renovables y no renovables.

Miremos Europa y veremos como todavía existen políticos imponiendo trogloditas políticas económicas que no se ajustan con la realidad.

Recuerdan qué fue lo que dijo Cristina, hace unos días, cuando anuncio a su futuro vicepresidente Amado Boudou: Dijo algo que paso desapercibido pero no para mí, dijo que Boudou es uno de los pocos que ha sabido interpretar este cambio. Inteligente hasta la médula mi presidenta.

Entonces si queremos profundizar este cambio para que ya no haya lugar a ningún Macri, metámonos, como sea, hablemos, expliquemos, desenmascarémoslos.

Por otro lado, creo, que el mundo está cambiando, hay una especie de revolución y hay que aprovecharla, ya no hay lugar para Duhalde, para Grondona, para Mirtha Legrand, para Cavallo, para Macri. Las plazas de España, Portugal y Grecia están repletas de indignados, los chilenos quieren una reforma educativa, los países árabes ya comenzaron sus rebeliones. EE.UU. ya no nos miente, porque no puede, lo único que le queda es su poderío porque la razón la perdieron hace rato, lo desenmascaramos.

Prometí no hablar mal de Macri pero a la mierda con esa imprudente idea porque quiero contar algo: Muchas veces para explicar, sin explicar, lo nefasto que es Macri, solemos recurrir a la frase “Macri es Menem” y yo quiero contar porque no creo que Macri sea igual a Menem, sino netamente superior. No solo porque Menem es pasado y Macri futuro, sino porque Menem en la década del 90 no era otra cosa que un lacayo del Rey, una persona proveniente de una familia humilde que tuvo la posibilidad de estudiar gracias a las políticas peronistas que le dieron este derecho a otras esferas sociales, el nene creció, olvido sus raíces, sus ideas y se transformo en el cipayo necesario de las grandes corporaciones multinacionales que ya habían pactado el saqueo del país con Menem como “su empleado”, y entendamos bien esto: Menem= empleado. Fíjense, los años han pasado y el poder de este hombre se ha diluido, ¿porque? Porque nunca lo tuvo, porque el poder siempre fue de sus patrones (que a lo sumo le han otorgado inmunidad para que no valla preso), el empleado no posee poder, el poder es del patrón. Y es justamente eso lo que es Macri: patrón. No recibe sueldo, posee ganancias, dividendos, lucro, inversiones. Se sienta en la mesa, como par, con quienes fueron patrones de Menem. Es más, me animo a gritar que Franco Macri fue uno de los patrones de Menem.

Cuando a Menem su padre le decía que tenía que trabajar duro para llegar a ser presidente de una empresa; a Mauricio, su padre le recomendaba que tenía que ser dueño de la misma.

Por eso estimados, ya no hay lugar para terceras posiciones, nos tenemos que decidir, la tibieza es un lujo que no nos vamos a poder dar. Hasta las pelotas con Filmus, hasta la barbas con Cristina. Porque cuando estemos nadando en mierda vamos a recordar con vehemencia lo que pudimos hacer y no lo hicimos.

En mi memoria guardo dos momentos en los que me auto cuestione ser tibio y no un ferviente kirschnerista,

La primera vez, cuando vi el libro de Luis Majul, El Dueño, acerca de (o más bien, en contra de) Néstor Kirchner, fue en una sala de estar de una oficina de un “arbolito”, en el micro centro porteño, único libro entre una decena de revistas “Noticias” y “Caras”. Para el que no sepa, en la jerga del pirata, arbolito es aquel que se dedica a comprar y vender dólares sin declaración impositiva. Esos que se paran en las puertas de las galerías sobre la calle Florida, y solapadamente pronuncian la palabra “cambio”. Actividad prohibida por la ley. (quiero decir en mi defensa, que me encontraba allí por compromiso meramente laboral y no por gusto propio)

La segunda, fue cuando vi el mismo libro sobre el torpedo de una pick up 4x4 sino nave espacial, justo al costado de una calco de una cabeza de hereford que, seguramente, debe haber tenido.

La tercera podría haber sido en la mesa de luz de Martínez de Hoz o de Menéndez. Pero me ahorro el mal paso.

Estos son los sectores que han tocado Cristina y Néstor. Y al haber tocado esos intereses, los jóvenes, y los ya no tanto, hemos sabido abandonar el limbo, hemos visto que ya no eran solamente palabras, sino actos. Dejamos de jugar escondidas para ir a ver lo que pasaba. Y adivinen qué, se nos hablo de forma tal que lo pudiésemos entender, se nos pregunto, se nos escucho, se nos mostró. En fin: se nos incluyo como lo hicieron con los jubilados, los gay, las mujeres, los trabajadores y por sobre todo: los niños, si, al fin alguien se acordó de ellos que nada tienen que ver en las malas políticas de los adultos.

Es por eso que absolutamente nadie puede negar que no sea un sistema inclusivo. Perdón, me rectifico, hay un sector que sí puede decir que este Gobierno no es inclusivo: la oposición, aquellos que justamente tuvieron, tienen y tendrán planes sistémicos exclusivos. Ellos si se pueden quejar y de hecho lo hacen. Ahora bien, yo le preguntaría a esos sectores qué van a hacer si alguna vez llegan al poder. Es decir, qué van a hacer con todos aquellos que hoy nos sentimos incluidos. Ni más ni menos que la suma de minorías que hoy somos mayoría. ¿Que van a hacer con nosotros? ¿Cómo van a hacer para acallarnos? Creen que después de esto nos vamos a volver a meter en nuestras caparazones para dejarle el país a los Duhalde, a los Macri. Porque si creen eso, no han leído historia mis estimados. Esto es el comienzo de un despertar, el amanecer de la igualdad.

Tengan miedo, por supuesto que tengan miedo todos aquellos que tengan el culo sucio, porque vamos por ustedes. Porque somos ángeles entre demonios exigiendo justicia social. Gusanos que nos introducimos donde más les duele, en sus bolsillos. Que le quitamos el sueño con solo susurrarles al oído dos palabritas: “reforma agraria”. Suden autócratas porque he aquí un ejército de bien intencionados ciudadanos que de una buena vez quieren un país para todos.

Ciudadanos que despertamos del letargo cuando Néstor ordeno al jefe del ejército que bajase los cuadros del primer y último dictador de la Junta. Porque nos encanto ver que se enjuiciaran a viejos asesinos, y ya no se los idolatrara. Y así hacer de nuestro peor defecto, nuestra mejor virtud.

Porque hicieron buenas migas con Lula, Chávez, Morales y Correa, y ya no con Bush. Porque le dieron al homo los mismos derechos que al hetero.

Porque sumaron a las minorías y ya no las restaron.

Porque por cada niño que vuelve a la escuela, nace una flor en algún lugar de mi ser

Porque pusieron en tela de juicio al sector que siempre opero en contra del país.

Porque fueron consecuentes con el campo y ya no obsecuentes.

Porque en el fondo sigo siendo un niño que requiere de héroes.

Porque la mesa donde se sientan los líderes de América ya no tiene más cabecera, ahora es redonda como la boina del Che.

Porque el ALCA significaba atraso, y la UNASUR futuro.

Porque ellos hablan de inseguridad y nosotros con mucha seguridad.

Porque hay miles de obras públicas que todos podemos ver.

Porque nos sentimos entera o medianamente representados por primera vez en nuestras enteras o medianamente vidas.

Porque vimos el infierno y no nos olvidamos.

Porque queremos igualdad, aún, en detrimento de nuestra capacidad adquisitiva.

Porque ellos hablan de crisis, cuando en realidad repudian los costes de financiar a la clase baja.

Porque la mujer, hondamente perceptiva, es luna creciente y ya no menguante.

“Es la foto más importante de mi carrera pero no estoy orgulloso de ella, no quiero ni verla, la odio. Todavía estoy arrepentido de no haber ayudado a la niña” (Kevin Carter)

Facundo Riera