sábado, 30 de octubre de 2010

Tiempos Violentos


En la facultad, el flaco siempre me dice que tengo que escribir acerca del conflicto Gobierno-Clarín, le digo que es complicado porque lo tendría que hacer desde un sesgo fuertemente antimedios como la que sostengo y esto quizás se interprete como un aval hacia una administración, que como ya he dicho antes, no me sienta bien; le digo que igualmente algún día de estos lo voy a hacer. Hoy, el día me atropello con la muerte de Néstor Kirchner y me pereció que era el momento para hablar de algo que de seguro le llevó los últimos días de su vida. Lo siento si no los hago llorar, pero para eso ya está “latele”. Les voy a hablar de algo que este mortal, al igual que muchos presidentes latinoamericanos, tratan de combatir: el libre mercado que pregona por una ausencia total del Estado.

Abordar el tema Gobierno-Clarín de forma aislada del contexto internacional es incompleto. Esto es solamente un vagón de todo un tren llamado capitalismo, que como consecuencia de su natural ineficiencia, está dando los típicos manotazos de ahogado. No es solamente en Argentina donde los medios de comunicación, repudian las intervenciones estatales que atentan contra la libertad de mercado. Entonces se declaran, abiertamente, como los principales opositores. Esto está sucediendo en todo el mundo, sobre todo en los países más industrializados, donde el sistema también está mostrando sus talones de Aquiles: En EE.UU. los desempleados llegan a los 15 millones (si hasta se robaron la plata reunida, por artistas internacionales, para las victimas del Katrina, 150 millones; la corrupción no es solamente argentina como Clarín nos propone). Francia necesita que sus trabajadores trabajen tres años más antes de jubilarse. Inglaterra anuncio una reducción del gasto público más grande de su historia (130 mil millones) junto con medio millón de puestos laborales. En Alemania, su primera ministra, Ángela Merkel, les advirtió a los bancos que serán ellos mismos los que deberán financiarse en casos de quiebras. España y sus desocupados son el dolor de cabeza de Europa. A Grecia le han soltado la mano y ya ni siquiera es un dolor de cabeza; su riesgo país iguala el argentino y va en camino a superarnos. A todos estos presidentes, también los atacan los medios de comunicación, que han mal interpretado a Darwin modificando su teoría acerca de la supervivencia del más apto, por el más rico.

Se podría decir que los únicos países exentos de este deterioro son los, por estos días famosos, BRIC (Brasil, Rusia, India, China) países que recién se están incorporando a las economías de mercado, es decir: sus millones de ciudadanos están maravillándose con lo que el capitalismo les ofrece, algo para ellos nunca antes visto. Miles de millones de personas que aun no le han visto los colmillos al lobo.

¿Los tendré que esperar?

Pero en todos los demás, donde el lobo ya es un perro pulguiento: los medios de comunicación trabajan arduamente en contra de las políticas intervensionistas de los países y siempre a favor del libre mercado. Si hasta en Brasil, donde Lula tiene un 85 % de aceptación, los medios también lo defenestran. No hay que ser un brillante cerebro para entender que el problema es sistemático, y que según ellos hay que defenderlo a como de lugar. Entonces, como resultado de este apresurado afán, quedan al desnudo sandeces y contradicciones que uno, lamentablemente, tiene que oír, leer y ver. Como por ejemplo, un diario Clarín (del pasado Sábado) en que luego de haber despedazado las políticas argentinas llevadas a cabo por la cartera económica, dentro, en un suplemento anexo del New York Times, pero del mismo diario, se deleitan con los análisis de Joseph Stiglitz (economista norteamericano y premio Nobel, reconocido por sus sagaces criticas al sistema capitalista financiero, “no productivo”) a quienes muchos países recurren para que este los asesore: entre ellos Argentina y el mismísimo EE.UU.

Clarín dice: “Suiza es la economía modelo”. Es que el secreto bancario es muy rentable.

O como en el diario La nación de algún día de estos que luego de haber criticado la falta de interés de este gobierno por la minería a cielo abierto, un par de paginas después, halagan la economía chilena, como si estos se dedicaran a la industria de la bioingeniería. Y como seguramente cada uno de nosotros encontramos, todo el tiempo, contradicciones, inconsistencias, ambigüedades, pelotudeces que insultan nuestra inteligencia y que hasta al más políticamente escéptico le daría ganas de correr a darle un caluroso abrazo a la presidenta.

Diario La Nación dice: “El petróleo continua poniendo precio a las cosas”. Sobre todo a las personas.

Se ha declarado la tercer Guerra mundial: los medios de comunicación defensores y dueños de grandes intereses, contra el populacho de cada país que intenta sobrevivir como puede. Donde los ideólogos militares, ahora son tecnócratas; los soldados, ahora son periodistas y para disfrazar su cipayismo han encontrado nombre: información con opinión; pero las victimas, siguen siendo los pobres. Periodistas traidores incapaces de criticar un sistema elitista, excluyente por naturaleza.

Los invito a razonar algo: se suele decir que si las personas no son reguladas por normas impuestas desde el estado, se viviría en una total anarquía, ya que muchos desconocerían los valores morales y estos alterarían el sistema. Pero no obstante un sistema integrado, dirigido e ideado por personas, sí puede ser libre, totalmente anárquico. Lo que es un error, porque si la persona de forma individual necesita reglas, es una obviedad que un sistema diseñado por personas reguladas también requiera ser regulado ya que la ética sigue en juego y por ende también se puede ver perjudicado el sistema. Por ejemplo: un fabricante de ceniceros (algo muy necesario por cierto) tiene como costo por unidad producida $10, en la que con una ganancia del 40% (algo mas que aceptable) hace al precio final del producto de $14, pero resulta que este ve que nada ni nadie lo controla, encima no hay competencia, entonces decide ponerle un nuevo precio final a su cenicero: $20, aquí también existe violación de los valores éticos, este fabricante ha decidido robarnos. Espero que se entienda la idea.

Esta falta de escrúpulos hizo a la burbuja inmobiliaria, esto llevo al quiebre de la economía capitalista.

¡Que esperaban estúpidos! Alguien tiene que trabajar.

Estas cosas me permiten entender perfectamente que la ley de medios, aprobada por el congreso, aún esté trabada por la Suprema Corte de Justicia. Porque se esta lidiando con intereses internacionales y porque nada más ni nada menos, esta en juego el capitalismo y sus métodos. Está en juego la posibilidad de continuar viviendo de comisiones, de rentas, de intereses. Entonces se va a tener que trabajar, producir. Algo que de seguro no saben y no quieren. Los asusta la idea de tener que levantar una pared, cosechar una papa, pasar tiempo con sus hijos, hacerle el amor a sus vacías mujeres.

“Los tecnócratas dicen que un niño come dos veces y otro niño come ninguna, entonces para los tecnócratas, todos los niños comen”.

Cómo es posible que un diario que hizo mierda la libertad de pensar de la clase media trabajadora a lo largo de todo un siglo, dicen que ellos están sufriendo un fuerte abuso a su libertad de prensa. Dicen eso luego de escribir diarios enteros compuesto por enérgicas críticas y denuncias al gobierno, donde la gran mayoría ni siquiera son verificadas antes de ser volcadas a las hojas. Tan estúpidos nos creen. Es evidente que este gobierno tiene puntos en los que flaquean, pero seguramente no son los mismos que dice Clarín y La Nación. Los míos son, por ejemplo, el haber pagado deuda a los organismos internacionales de crédito, mientras tanto Iván, a tres cuadras de la casa rosada, pedidor incansable de comida pare él y los suyos. A mi me interesa la educación y la cultura, y Clarín sabe que si eso prosperara, su diario lo leería Macri y nadie más.

Obama puede consultar a Stiglitz o a cualquier otro economista keynesiano que quiera, pero debe que entender que quienes dirigen EE.UU. es el conglomerado de banqueros y petroleros texanos, representados por Bush. Cristina puede consultar a Stiglitz o a cualquier otro economista keynesiano que desee, pero debe entender que quienes deciden el país son los semejantes de Bush en argentina, representados por estos diarios. ¿No ha sido así siempre?

“Los marines se proponen, ahora, erradicar el hambre y bombardean de la línea del Ecuador para abajo”

Estos diarios no vacilan en bendecir la acción del Dios todo poderoso, dicen que ahora si se va a terminar con el hambre, porque los yankis hacen las cosas bien en serio, no como acá: país de mierda, tercermundistas del orto, sudacas culos sucios que no quieren trabajar, no respetan las leyes, no pagan los impuestos, cortan una calle porque violan y matan a una nena de 8 años, piden juicio y castigo a unos viejitos que ya no pueden ni moverse, que ni siquiera tienen respeto por periodistas como Neustad, empresarios como Yabrán, productores como Biolcati, políticos como Duhalde, divas como la Chiqui, curas como Grassi, primera dama como la Chiche, abogados como el de Grassi, policías como Patti, militares como Galtieri, intelectuales como Aguinis, prócer como Roca, artistas como Tinelli.

A la memoria del ex Presidente, y “Secretario General de Unasur”, que sin lugar a duda fue para mí y para millones de personas, el referente de la resistencia, que comprendió mejor que otros políticos, que el bienestar general es la base para el bienestar individual y no al revés.

Facundo Riera

miércoles, 6 de octubre de 2010

"Con la cruz en la frente"

Me considero una persona “anti-iglesia” por decisión adulta. Aunque, en mi infancia y adolescencia, mi madre y mi abuela hayan hecho todo lo posible para que nunca deje de frecuentarlas; aunque sea para mirar los techos y la hora cada dos segundos, pero que vaya.

Asistiendo a una escuela católica, inmediatamente seguida de una enseñanza secundaria también bañada en los lazos divinos y vengativos del señor. Y, por si fuera poco, una educación teológica de 5 años en una parroquia extracurricular, para afianzar en mí al niño Jesús. Para no ser tentado por las diabluras típicas de la edad. Para desechar de cuajo esas ideas perturbatorias que comenzaban a habitar mi mente producto de precoces compañeritas con las cuales ya no quería jugar más al pinto.

En fin, para que nunca piense y vea de forma filosófica al mundo, sino siempre a través del ojo de la cerradura de la iglesia. Donde, toda duda existencial es evacuada por simplistas respuestas como: “el Señor sabe por qué hace las cosas”, “es sabio”, “todo lo ve”, “es magnánimo”, “omnipresente”, “omnipotente”, “inmenso es el amor de Dios”.

Pero lo bueno de crecer (si tiene algo de bueno), es que uno deja de ser presa fácil de los adultos que nos quieren imponer sus formas de pensar, de ver, de vivir.

Hace no mucho me cruce una gran cantidad de jóvenes arriados por sus profesores a una marcha en protesta por la ley de matrimonio civil homosexual, frente al congreso. Y la verdad que para regocijo de mis pensares, esto no hizo más que poner en evidencia la manipulación adulta sobre jóvenes a los cuales les prohíben el libre albedrío en temas tan delicados. Que quizás, ni siquiera años sino meses, puedan arrepentirse de su participación en esa quita de derechos. ¿Bajo qué derechos un adulto, le impone su pensamiento a un niño? Únicamente bajo el autoritarismo de una iglesia medieval, troglodita, mentalmente estrecha y por si fuera poco, mantenida como fruto de su improductividad (y por decreto constitucional que apresuradamente en el artículo 2 ya lo pone de manifiesto).

No puedo hacer la vista gorda ante tanta injusticia practicada por esta pandilla. No puedo tolerar ver libre al padre Grassi luego de que se haya probado que efectivamente llevó a cabo sus abusos homosexuales a jóvenes indefensos, olvidados por un estado ineficiente y raptados por una iglesia pedófila para fines sádicos. Y que, irónicamente vive frente a la fundación, riéndose en la cara de esos jóvenes que se armaron de valor para contar tales abusos. Recordándoles que aún sigue libre, qué por más que lo hayan enjuiciado y encontrado culpable, igualmente es impune. Qué quien lo avala es ni más ni menos que la Iglesia católica argentina; la misma que avaló, participó, ideó, celebró los tantos golpes militares y que no puede darse el lujo de verlo tras las rejas. Eso significaría que Grassi es culpable de todos y cada uno de los casos de abusos por los cuales la iglesia lo defendió a rajatabla.

Una iglesia incapaz de realizar un meaculpa, de pedir perdón a la sociedad por tanto daño causado.

Sociedad que por más tinellizada que se encuentre, nunca espera que dicha agresión provenga de este sector, algo jamás pensado. Pero que igualmente una vez al tanto, prefiere omitir. Hipócritas capaces de repudiar un gobierno democráticamente elegido, pero incapaz de cuestionar una iglesia impuesta.

Muchas veces me pregunto: ¿qué diría mi creyente y justa abuela, ante esto? La misma que me recordaba a Hector “Bambino” Veira como un abusador, pero que luego, la desmemoriada sociedad lo hace suyo nuevamente (si lo viera hoy, hasta tiene un libro varias veces editado). La que siempre le criticó a Maradona su falta de hombría al no reconocer su hijo. La que insultaba a Menem cada vez que este aparecía en televisión. Y la que seguramente desde donde sea que se encuentre, señala a Rodrigo “Hiena” Barrios como asesino y no como campeón de mundo.

Pero más allá de este nostálgico recuerdo personal, me es muy difícil continuar en la fe luego de que en Brasil se haya destapado la hirviente olla. Dándose a conocer “el manual para abusos sexuales” distribuidos por y entre el clero brasilero. Donde según se sabe hay más de 1.500 casos de abusos a jóvenes huérfanos. Ya que este es uno de los principios que rige a este manual: la vulnerabilidad y el desamparo de estos jóvenes, la incansable búsqueda de una figura paterna que los proteja facilitará el acercamiento a ellos, paulatinamente se irá ganando su confianza, para luego si, poder abusar.

Lo siento, pero hasta aquí llegue: no puedo compartir una sociedad con esta despreciable lacra. Preferiría convivir entre monos en la selva, donde seguramente esto no tenga lugar. Me repugna el hecho de saber que fue esta iglesia la que me bautizó, comulgó, confesó y que me hizo golpear el pecho culpándome de todas las dolencias de la sociedad. Quizás, en menor medida, sea algo así como enterarte de quien te crió, es precisamente quien te rapto. No quiero compartir nada más con ellos. Que anden sueltos y camuflados dentro de una sociedad que los reconoce y respeta me hace dar arcadas. Algo de seguro, descabellado.

No poder discutir con personas que no profesan el pensamiento propio o la razón lógica, sino únicamente lo que les dijeron que uno dijo hace miles de años a doce personas y que cada una de estas lo interpretó como les vino en gana, hace que mi intento por parlamentar este muerto antes de nacer. Es decir, el hecho de que no podamos debatir seriamente como Estado, aquello que nos acompaña como iglesia.

Seguramente se me acuse de generalizar, de meter a todos en una misma bolsa, de olvidarme de honrosos curas como el padre Mugica o los reconocidos curas villeros entre muchos otros, pero permítanme explicar algo: si sumamos todos los buenos y verdaderos curas del mundo con sus cuantitativas y cualitativas obras; pero que igualmente no son capaces de repudiar a sus depravados colegas desde dentro de la institución, si no pueden exigir la expulsión de los inescrupulosos que se camuflan de lo más preciado que tienen las personas como mis madres; pues entonces nada de esto sirve. Si ellos no piden una seria reprimenda, lamentablemente están siendo cómplices de algo injusto y como tal, no merecen mi reconocimiento.

¿No fue así el surgimiento del Protestantismo acaso? un sector de la iglesia católica apostólica romana, acaudillada por Martín Lutero, protestando contra la holgazanería e hipocresía que mantenía el vaticano. De sus intervenciones en las guerras producto de Papas guerreros -a veces-y Papas civiles también guerreros –otras- cuyos intereses escapaban a lo meramente religioso. Religión que justamente hoy día, entre otras cosas, sus clérigos pueden casarse y tener hijos. Al cambio lo hicieron ellos desde adentro.

Facundo Riera