jueves, 16 de diciembre de 2010

"Se Trata de Personas"


La “Trata de Personas” consiste, básicamente, en la captación y traslado de personas con fines de explotación tanto de hombres, mujeres como niños, en la mayoría de los casos con fines de prostitución, de extracción ilegal de órganos o tejidos humanos. Y es un tema del que creo que poco se habla y casi nada se sabe. Cada vez que me cruzo, sin querer o no, con noticias o informaciones al respecto me causa gran bronca e impotencia. Creo que estos deben ser algunos de los motivos por lo cuales me surge escribir sobre este tema.
Si bien la promulgación de la Ley 26.364 sobre la Prevención y Sanción de la Trata de Personas y Asistencia a sus Víctimas, aprobada y promulgada en abril del 2008, ayudó y ayuda a las investigaciones, sanciones y asistencias respectivas pero, obviamente, no es suficiente. Sobre todo teniendo en cuenta que Argentina es un país de captación, destino y explotación de las victimas; todo el circuito tiene lugar en Argentina.
Con esto no estoy queriendo decir que sea una problemática exclusiva de nuestro país, porque quienes conocen algo al respecto sabrán que es una problemática que se da a nivel mundial, y que las mafias más importantes que trabajan con esto lo hacen a nivel internacional e intercontinental.
Ahora, cuando uno ve, lee o escucha sobre estas cosas se hace una pregunta que se responde casi automáticamente: ¿Por qué pasa esto? Porque es un gran negocio. Y sí, con las vueltas que ha dado el mundo, no es de sorprender que existan personas que busquen y encuentren la manera de adquirir dinero y poder en demasía a costa del sufrimiento, vejación, humillación, abuso y violación de otras personas.
¿Personas dije? Bueno, el negocio es tan grande y existen muchísimos casos que quedan encajonados o impunes porque, justamente, no son solamente personas sino redes u organizaciones (y en muchos casos con gran poder) las que están detrás de este negocio.
También considero que la existencia de casos así no es gracias, solamente, a estas aberrantes organizaciones y a los casos de “justicia” que mira para otro lado. Considero que es algo más complejo. Quién pueda estar leyendo esto dirá: ¿Y yo que tengo que ver o que puedo hacer al respecto?
En este sentido, sé que existen movidas de personas que tratan de sacar los papeles que se suelen colgar en teléfonos públicos, paradas de colectivo (que se entregan en mano también) con la idea de que “si no hay oferta no hay demanda”. Movida que suele ser algo peligrosa porque las mafias que están detrás de esos “papelitos” se encuentran al asecho. Además, ya que hablamos de oferta y demanda y de la familiaridad que puedan tener los lectores y lectoras con esta problemática, no podemos ser tan tontos de pasar por alto de que este negocio se sustenta por las personas que acuden a esas redes de prostíbulos y pagan por tener sexo con una de estas victimas. Y ese cliente podes ser vos o alguien que conoces muy bien. Es decir, no pensemos que es algo ajeno o que nunca nos va a tocar de cerca porque vos podes estar incluido/a en cualquier parte de la cadena y del negocio mismo.
Asimismo, creo que la circulación de información al respecto es muy importante porque entiendo que, más allá de los casos de secuestros a la fuerza, la mayoría de casos de captación de víctimas se dan por promesas de trabajo por personas que conocen al momento de la promesa laboral. Lo que, además, deja entrever que la víctima debe estar en situaciones extremas. Pero no es la única manera, las técnicas que utilizan van desde el noviecito que la obliga a prostituirse, hasta padres que entregan a sus hijos/as a estas personas por grandes deudas que tienen con ellos; sí, increíble pero cierto.
No soy un experto en la problemática pero mi intención era de ayudar a informar a quienes no estén al tanto y de ponerlo como disparador para que lo pensemos y comentemos, pero sobre todo que actuemos desde donde podamos para que estas cosas no sigan sucediendo.
Fer Irigoyen

Oficina de Rescate y Acompañamiento a Personas Damnificadas por el Delito de Trata de Personas - (011) 5300-4014 / 5300-4042 – oficinarescate@jus.gov.ar

sábado, 11 de diciembre de 2010

"Necesito hablar de Mauricio Macri"

Micky Vainilla

Mauricio Macri es campeón del mundo en abordar temas de forma superficial, básicamente de eso se trata y se ha tratado toda su plataforma política. Pero lo ocurrido en el parque Indoamericano en estos días es la gota que rebalso mi vaso.

Para tratar de entender el cerebro de Macri (para entender el problema Macri, para dejar de lado la superficialidad) tendríamos primero que hablar de su progenitor.

De ese italiano que llegó al país, como muchos otros, perseguido por la segunda guerra, el hambre y los piojos. Que inmediatamente comenzó a trabajar de obrero para así poder forjar todo eso que hoy es. Pero que indudablemente fueron los años de plomo, los que lo catapultaron a lo más alto del establishment local. En esos años, apenas antes de que los militares entregaran el poder a la democracia alfonsinista (1982), hicieron un último gesto antipatria, la última de las entregas; junto a toda la cartera económica del momento (Roberto Alemann, Martínez de hoz en la idea y Cavallo en el Banco central), por alguna cipaya razón decidieron transferir la deuda de empresas privadas argentinas a la deuda pública, es decir: anexaron la deuda privada a la pública. En un trís la deuda externa argentina había sumado a su cuenta unos flamantes 40.000 millones de dólares provenientes de empresas como las de Franco Macri entre muchos otros (como la Sevel, actual Peugeot; Simeco, empresa costructora por él fundada y precursora de las hoy Dicasa, Iecsa). Por supuesto que aquí la intervención estatal fue bien recibida.

Pero he aquí un desmemoriado jefe de gobierno que ha olvidado que su padre tiene mucho que ver en tanta indigencia. Indigencia a la cual Mauricio se refiere de forma xenófoba, olvidando que su padre también fue un inmigrante sin techo

Sería bueno que este intendente vaya sabiendo que si Argentina ha logrado ser algo, es en gran medida, gracias a los inmigrantes. Si fuimos el granero del mundo, fue gracias a la sumisión de los inmigrantes; si Perón llevó a cabo la ISI (industrialización por sustitución de importación) fue gracias a los inmigrantes; Puerto Madero fue levantado con mano de obra migrante, mano de obra de la vecinísima villa 31. Aunque el problema de Mauricio no es la migración en si, sino que los hoy inmigrantes no tienen el aspecto europeo de los anteriores, lo que nuevamente pone en manifiesto su abrupta ignorancia.

Pero sepa mi estimado que migrar libremente es uno de los derechos humanos que conforman al pacto San José de Costa Rica, y que usted como dirigente tendría que saberlo. O al menos tener la intuición.

El hecho de que un centenar de personas tomen terrenos estatales, no tiene nada que ver con la delincuencia, que de seguro los hay como también los hay en Puerto Madero. Esto es más profundo, aquí hay gente que no tiene donde vivir, que a pesar de que trabajan no tienen acceso a una vivienda. Problema no resuelto ni por el gobierno de la ciudad ni por el gobierno nacional (y que éste último además, me parece oportuno remarcarlo, tiene una cordial relación con Franco Macri, quien hace lobby para Argentina en China). Que no han sabido frenar ni regular los altísimos precios de ventas y alquileres. Que mucho hicieron para fomentar que cada casa tenga su plasma, pero poco para la adquisición de viviendas de los asalariados.

Aquí hay gente disconforme manifestándose, con hijos, bebes en brazos, que definitivamente no tienen ganas de estar pasando eso malos momentos, pero están hartos cansados de que nadie los escuche, de que les tomen el pelo. De ver por la televisión a su Jefe de Gobierno anunciando que recupero el teatro Colon “para todos los argentinos”. De saber que el gobierno macrista ha destinado más dinero del presupuesto porteño a negocios financieros que a desarrollo social, y los resultados son estos.

Cuando Mauricio quiere meter bala a estas personas que no tienen donde vivir, no puedo dejar de pensar en la ironía que nos presenta la vida. Qué justamente sea el hijo de uno de los máximos artífices de nuestra deuda el que les hable de ética ciudadana a los sin techos. Que no tienen casa pero que igualmente le deben alrededor de 3.500 dólares cada uno (porque esto es más o menos lo que debemos cada uno de los argentinos a las entidades internacionales de crédito) a una entidad financiera llamada F.M.I para saldar una deuda contraída por papá Macri y gente de su estirpe. Dinero que jamás llegó al pueblo en ninguna de sus formas. Una deuda ilícita, que como bien dijo el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, se les debe una explicación a los pueblos latinoamericanos.

Entonces es cuando les dice que “no va a negociar con personas que han cometido un delito”, y es cuando a mi se me desata el ombligo de risa. Una persona que no conoce el sanguche de mortadela, nunca escucho Rock y estudio en la UCA (a esto último no lo se, pero lo presiento) les habla de ética a personas que no tienen casa y tienen hambre. Una ética que de seguro no tuvo ni tiene su padre, quien económicamente esta salvado; entonces porqué esperar que la tengan personas que ven al futuro como una palabra lejana e inentendible.

Permítaseme decir algo acerca de la delincuencia, palabra que junto con inseguridad estremecen a mi sociedad: yo creo que en las cárceles existe una gran cantidad de buenas personas que les ha tocado pasar por malos momentos, circunstancias no deseables, perejiles, ladrones de gallinas, rehenes de malas políticas.

En cambio, Franco Macri hace lobby en China, Cavallo da clases de economía liberal en EE.UU., Menem es protegido por sus honores de diputado. Yo creo que estos son verdaderos delincuentes: personas que teniendo la posibilidad de elegir, de ser éticamente correctos, de encontrarse en extraordinarias circunstancias, igualmente optan por quebrantar la ley moral y escrita, por cagarle la vida millones de personas. Eso es delincuencia.


Facundo Riera

sábado, 27 de noviembre de 2010

"Desmanicomialización: Me paso algo..."

Me pidieron que escriba algo sobre desmanicomialización. Esta persona me hizo este pedido porque también le pasó algo, no sabemos cuál fue el disparador pero algo le pasó.

Cuando empiezo a pensar y sentarme a escribir sobre desmanicomialización tengo la sensación de no tener ni una sola certeza, y eso es lo que me pasa. Si bien podría ponerme a enumerar los tips que la explican claramente, siento que con eso no pasa nada (hoy 25 de Noviembre del 2010 se aprobó en el Senado la Ley Nacional de Salud Mental que incluye muchos elementos que pregona la Desmanicomialización; palabra que la Institución Microsoft Office y su Word todavía no aprobó y por ende no reconoce).

Me dan ganas de empezar contando una situación en uno de los servicios. Esta escena supongo que es real, pero seguramente también tiene detalles ficticios. Supongamos que dentro del hospital Borda hay una organización con fines artísticos y desmanicomializadores. Supongamos que en esa organización hay talleres con distintas disciplinas artísticas. Supongamos que en uno de esos talleres se hace Circo, y que ese taller tiene su espectáculo. Supongamos que uno de los integrantes tiene ganas de empezar la primaria y les pide a los coordinadores que lo ayuden. Supongamos que se consigue un espacio donde empezar inmediatamente a estudiar, supongamos que este lugar queda a 7 cuadras del hospital, supongamos que este lugar no tiene las trabas burocráticas características de toda institución educativa. Supongamos que las maestras le dicen a este integrante que puede empezar ya, que los horarios los van manejando en función de las necesidades de cada quien, que los van programando día a día, que no hay que anotarse en ningún lado para pedir vacante, que no hay que llenar ningún formulario, que no hay que pagar. Supongamos que lo único que se necesita para ir a estudiar es el deseo.

Supongamos que los coordinadores ingenuamente van a comunicarle esta noticia al jefe de servicio del "tallerista" en cuestión. ¿Para qué? Para trabajar en equipo, para acompañarlo en este proceso, para que se empiece a mover, para que recupere algo de sus herramientas perdidas en el otro proceso, el de institucionalización. Para que recupere algo de su autonomía, para que pueda valerse por sus propios medios, para seguir dándole cuerda a ese deseo que él se ocupo de volver a mover. Para que pase algo (la letra cursiva me da a movimiento).

Las primeras respuestas fueron: “es muy lejos”, “no tiene el DNI para inscribirse”, “el ciclo lectivo empieza el próximo año”, “no puede valerse por sus propios medios”, “necesita la autorización del juez” ,“su psiquiatra está de vacaciones” ,“el jefe de servicio tiene licencia prolongada”. Se trataban de los queridísimos infaltables argumentos burocráticos. Fuimos eludiendo una a una cada respuesta: “queda a 7cuadras”, “no necesita inscripción, es un centro cultural”, “empieza cuando tenga ganas”, “estuvimos 10 días de viaje y se manejo de manera independiente”, “con la firma suya puede salir”.

Parecía que estábamos a punto de quebrar lo burocrático con la gambeta del deseo, estábamos felices, algo se movía, encontrábamos respuestas, no podíamos parar, estaban Pasando cosas. Hasta que…

La respuesta fulminante de la jefa de servicio, las que nos dejos sin más argumentos, sin aire, congelados en la eternidad del pabellón, la que nos volvió a manicomializar fue: “No. Le puede pasar algo”.

¡La respuesta desbastadora! A ella no se le resiste ningún argumento. Atenta contra el deseo, contra el movimiento, contra la desmanicomialización, contra la vida. Mejor que quede todo igual, así no pasa nada. Que no nos pase nada.

Que no pase nada anuncian los noticieros masivos de comunicación. Que no pase nada gritan los vecinos reclamando Seguridad. Que no te pase nada aconseja una madre cuando vas a salir fuera de casa. Que no les pase nada gritan los docentes y directores a sus alumnos en los recreos.

Por las dudas que no pase nada es el discurso del sentido común. Que no pase nada es el discurso de la Modernidad, el discurso de la razón. Esa razón que con sus cuerdas cordura corderos. Que no pase nada; es que no pase nada fuera de lo esperado, fuera de lo previsto, de lo convencional, fuera de lo común, de la norma, de lo tácito, del destino, de lo subyacente, de lo obvio, de lo natural, de los mandatos. Que no pase nada no da lugar a la sorpresa, a lo imprevisto, a lo diferente, a la incertidumbre. Que no pase nada nos condena. Que no pase nada nos vuelve a encerrar en los manicomios, en las cárceles, en las escuelas y en las familias. Que no pase nada nos encierra en el rotulo más estigmatizante, en el del deber ser.

Que no pase nada es que nos tienen que pasar las instituciones con sus certezas. Que no pase nada es poner piloto automático al consumo. Que no pase nada es peor que morir, es la muerte del deseo, uno cree que vive eligiendo y el único que elige es el imperativo “que no te pase nada”; porque para que no te pase nada viviendo hay que camuflar la vida. Que no pase nada es la manicomialización en su grado mayor de exponencia. Es la manicomialización, porque es la quietud de los cuerpos.

¿Cómo esta doctora no va a pregonar “que no pase nada”?, si a ella no le pasa nada.

Iba a hablar sobre desmanicomialización, contar un poco sobre las ideas, los conceptos. Las casas de medio camino, las internaciones a corto plazo y como último recurso, evaluadas por un equipo interdisciplinario, la decisión y libertad de las personas, el derecho a la vivienda y el trabajo, la prohibición de nuevos manicomios, la atención de la salud mental en hospitales generales, la atención ambulatoria domiciliaria, el vínculo con los lazos familiares y sociales. Pero esto se puede buscar, se puede leer, se puede repetir como el padre nuestro. Muchas de las cosas que ya dice la ley 448. Una ley promulgada hace diez años y que no pasa nada.

Me pasa esto. Me pasa contar una situación real con algunos toques ficticios. O quizás al revés, invente una historia con condimentos y pasajes de mis visitas hospitalarias. Quizás sean momentos donde habría que dejar de seguir repitiendo discursos, leyes y palabras vacías. O quizás no. No vaya a ser cosa que Nos Pase Algo.


Por Fernando Stivala

martes, 2 de noviembre de 2010

El fenómeno llamado Florencia Peña

La pintura se llama “Mujer de Nicaragua” y pertenece al artista
nicaragüense, Roberto Loaisiga Mendez. Quien se autodefine
como poseedor de una mano izquierda que tiene la verdad y
una mano derechael pincel.


Quizá parezca raro que me ponga hablar de Florencia Peña, pero esta heroína es todo un ejemplo de algo que hoy está pasando. Está invitando a pensar.

Aunque ante todo debo confesar que Florencia Peña, como actriz, jamás me gusto. No por su calidad como artista, sino los papeles que siempre interpretó. Algo que de seguro siempre han sido éxitos para el público que la caja boba abraza, que, con el pretexto de que llegan a sus casas cansados y sin ganas de pensar, terminan mirando cualquier saltimbanqui. No para mí, soy más exigente a la hora de mirar televisión. No es alarde, simplemente que “no llego tan cansado”.

Pero he aquí una persona que me demostró que debía meterme mi prejuicio en el culo. Una persona que de seguro levanto la bandera del alicaído género femenino a donde se merece. La verdad que estoy podrido de programas de televisión en donde la mujer lo único que puede y debe hacer es mostrar su voluptuoso cuerpo contorneándose para que hombres cansados y sin ganas de pensar puedan calentarse, porque sus mujeres con olor a cebolla en las manos y con olor a familia, ya no lo hacen.

_ ¡Pone Tinelli vieja, haber quien está!

_ ¡Mira vieja, el puto de Ricky Fort!

Dicen que Florencia es Kirchnerista, dicen que le pagan, dicen que ya no es más la cara de los pañales, porque dicen que se declaro a favor del aborto y dicen que eso es ser kirchnerista, dicen que es una resentida. Porque sino, no podría decir lo que dice.

Florencia dejó de mostrar las tetas y el culo, y comenzó a pensar por ella misma, comenzó a decir lo que le parece acerca de la política, acerca de la historia argentina, acerca de los medios de comunicación, acerca de la cultura. Pero como siempre digo: a las personas no le gusta que alguien hable en serio, los payasos no pueden llorar. Y sobre todo, si ese payaso que un día habla, mueve la estantería moral de quienes no esperaban oírlo.

Habla de todo eso, con mucha idoneidad, y al macho panzalarga tirado en el sillón, control remoto en mano, no le gusta. Tiene que volver a ponerse en bolas y festejar las celebres frases chabacanas de Franchella. Florencia hizo a su joven edad, lo que una gran cantidad de mujeres, que precisamente hoy la critican, no logran hacer en toda una vida. Esta personita piensa por si misma, seguramente disiente en muchos temas con su marido, lejos de ser sumisa como la gran mayoría de mis vecinas de su misma edad. Madres vacías que no tienen otros quehaceres que el gym, y las casas de ropas… ah y buscar sus nenes a la salida del cole. Gastando el dinero de sus maridos porque ser una esclava mental tiene precio, ratonándose con otros, porque sus fantasías son esas, no pueden ir más lejos, porque no conocen más lejos, no han comenzado a pensar y dudo que lo hagan. Conozco mujeres que no pueden hacer una crítica objetiva a la presidenta, una critica que vaya más allá de su vestuario.

_ ¡Mira la yegua como se viste!

Nadie me lo cuenta, mi campo de trabajo es la calle.

Muchas veces me he preguntado por qué la totalidad de los filósofos, con contadísimas excepciones, son hombres. ¿Es qué pensar el mundo le corresponde únicamente al varón? O, y por esta me inclino, a pesar de estar en el siglo XXI arrastramos hasta hoy el machismo del medioevo. ¿Tanto nos cuesta entender que una mujer critique un orden establecido?

Nada más excitante que una mujer con ideas. Nada más triste que una mujer bailando en tinelli, y que encima dice hacerlo, por un sueño. Cuando en realidad no es otra cosa que prostitución.

No estoy descubriendo nada nuevo al decir esto, todos sabemos que en nuestra sociedad, las mujeres como Florencia no pueden ser sujeto, sino objeto.

Mirtha Legrand, a quien prontamente le llegará el estoico guadañazo de la Parca, todavía no ha hecho una reflexión propia, todo tiene que ver con su entorno, con su estilo de vida, con el diario que le dice qué pensar, con la radio que le dice cómo pensar y con “latele” que le dice cuando pensar. Como así también influyen en sus deliberes el canal para el que trabaja o las amistades vivas que aún le pueden llegar a quedar. Sin embargo no recuerdo que la hayan criticado cuando halagaba la inteligencia del ministro de economía, en su momento, Domingo Cavallo; o tampoco de encarnecidos insultos hacia Susana Giménez, cuando invitaba a votar por Menem.

Florencia tuvo y tiene una revolución interior, que le comprendo perfectamente. Más allá de que defienda un gobierno con el cual difiero, lo está haciendo con total convicción, lo noto en sus palabras, en sus gestos, en sus ideas. Porque este gobierno, nos guste o no, ha movido eso, ha revolucionado a muchas personas, hemos aprendido a discutir política.

Muchas veces he leído sus artículos en el diario Tiempo, y son muy buenos, sobresalta su inteligencia. Sería buenísimo que sea el ejemplo para muchas otras que están ahí, agazapadas, atiborradas de ver como las publicidades las insultan, las denigran, las rebajan de sobremanera. Ella lo hizo, se cansó y bienvenido sea.

Pero claro: Florencia Peña, para contra marcha de esta sociedad, no sólo es mujer, sino y lo que es peor, es que no vacila en sentarse a la izquierda.

Facundo Riera

sábado, 30 de octubre de 2010

Tiempos Violentos


En la facultad, el flaco siempre me dice que tengo que escribir acerca del conflicto Gobierno-Clarín, le digo que es complicado porque lo tendría que hacer desde un sesgo fuertemente antimedios como la que sostengo y esto quizás se interprete como un aval hacia una administración, que como ya he dicho antes, no me sienta bien; le digo que igualmente algún día de estos lo voy a hacer. Hoy, el día me atropello con la muerte de Néstor Kirchner y me pereció que era el momento para hablar de algo que de seguro le llevó los últimos días de su vida. Lo siento si no los hago llorar, pero para eso ya está “latele”. Les voy a hablar de algo que este mortal, al igual que muchos presidentes latinoamericanos, tratan de combatir: el libre mercado que pregona por una ausencia total del Estado.

Abordar el tema Gobierno-Clarín de forma aislada del contexto internacional es incompleto. Esto es solamente un vagón de todo un tren llamado capitalismo, que como consecuencia de su natural ineficiencia, está dando los típicos manotazos de ahogado. No es solamente en Argentina donde los medios de comunicación, repudian las intervenciones estatales que atentan contra la libertad de mercado. Entonces se declaran, abiertamente, como los principales opositores. Esto está sucediendo en todo el mundo, sobre todo en los países más industrializados, donde el sistema también está mostrando sus talones de Aquiles: En EE.UU. los desempleados llegan a los 15 millones (si hasta se robaron la plata reunida, por artistas internacionales, para las victimas del Katrina, 150 millones; la corrupción no es solamente argentina como Clarín nos propone). Francia necesita que sus trabajadores trabajen tres años más antes de jubilarse. Inglaterra anuncio una reducción del gasto público más grande de su historia (130 mil millones) junto con medio millón de puestos laborales. En Alemania, su primera ministra, Ángela Merkel, les advirtió a los bancos que serán ellos mismos los que deberán financiarse en casos de quiebras. España y sus desocupados son el dolor de cabeza de Europa. A Grecia le han soltado la mano y ya ni siquiera es un dolor de cabeza; su riesgo país iguala el argentino y va en camino a superarnos. A todos estos presidentes, también los atacan los medios de comunicación, que han mal interpretado a Darwin modificando su teoría acerca de la supervivencia del más apto, por el más rico.

Se podría decir que los únicos países exentos de este deterioro son los, por estos días famosos, BRIC (Brasil, Rusia, India, China) países que recién se están incorporando a las economías de mercado, es decir: sus millones de ciudadanos están maravillándose con lo que el capitalismo les ofrece, algo para ellos nunca antes visto. Miles de millones de personas que aun no le han visto los colmillos al lobo.

¿Los tendré que esperar?

Pero en todos los demás, donde el lobo ya es un perro pulguiento: los medios de comunicación trabajan arduamente en contra de las políticas intervensionistas de los países y siempre a favor del libre mercado. Si hasta en Brasil, donde Lula tiene un 85 % de aceptación, los medios también lo defenestran. No hay que ser un brillante cerebro para entender que el problema es sistemático, y que según ellos hay que defenderlo a como de lugar. Entonces, como resultado de este apresurado afán, quedan al desnudo sandeces y contradicciones que uno, lamentablemente, tiene que oír, leer y ver. Como por ejemplo, un diario Clarín (del pasado Sábado) en que luego de haber despedazado las políticas argentinas llevadas a cabo por la cartera económica, dentro, en un suplemento anexo del New York Times, pero del mismo diario, se deleitan con los análisis de Joseph Stiglitz (economista norteamericano y premio Nobel, reconocido por sus sagaces criticas al sistema capitalista financiero, “no productivo”) a quienes muchos países recurren para que este los asesore: entre ellos Argentina y el mismísimo EE.UU.

Clarín dice: “Suiza es la economía modelo”. Es que el secreto bancario es muy rentable.

O como en el diario La nación de algún día de estos que luego de haber criticado la falta de interés de este gobierno por la minería a cielo abierto, un par de paginas después, halagan la economía chilena, como si estos se dedicaran a la industria de la bioingeniería. Y como seguramente cada uno de nosotros encontramos, todo el tiempo, contradicciones, inconsistencias, ambigüedades, pelotudeces que insultan nuestra inteligencia y que hasta al más políticamente escéptico le daría ganas de correr a darle un caluroso abrazo a la presidenta.

Diario La Nación dice: “El petróleo continua poniendo precio a las cosas”. Sobre todo a las personas.

Se ha declarado la tercer Guerra mundial: los medios de comunicación defensores y dueños de grandes intereses, contra el populacho de cada país que intenta sobrevivir como puede. Donde los ideólogos militares, ahora son tecnócratas; los soldados, ahora son periodistas y para disfrazar su cipayismo han encontrado nombre: información con opinión; pero las victimas, siguen siendo los pobres. Periodistas traidores incapaces de criticar un sistema elitista, excluyente por naturaleza.

Los invito a razonar algo: se suele decir que si las personas no son reguladas por normas impuestas desde el estado, se viviría en una total anarquía, ya que muchos desconocerían los valores morales y estos alterarían el sistema. Pero no obstante un sistema integrado, dirigido e ideado por personas, sí puede ser libre, totalmente anárquico. Lo que es un error, porque si la persona de forma individual necesita reglas, es una obviedad que un sistema diseñado por personas reguladas también requiera ser regulado ya que la ética sigue en juego y por ende también se puede ver perjudicado el sistema. Por ejemplo: un fabricante de ceniceros (algo muy necesario por cierto) tiene como costo por unidad producida $10, en la que con una ganancia del 40% (algo mas que aceptable) hace al precio final del producto de $14, pero resulta que este ve que nada ni nadie lo controla, encima no hay competencia, entonces decide ponerle un nuevo precio final a su cenicero: $20, aquí también existe violación de los valores éticos, este fabricante ha decidido robarnos. Espero que se entienda la idea.

Esta falta de escrúpulos hizo a la burbuja inmobiliaria, esto llevo al quiebre de la economía capitalista.

¡Que esperaban estúpidos! Alguien tiene que trabajar.

Estas cosas me permiten entender perfectamente que la ley de medios, aprobada por el congreso, aún esté trabada por la Suprema Corte de Justicia. Porque se esta lidiando con intereses internacionales y porque nada más ni nada menos, esta en juego el capitalismo y sus métodos. Está en juego la posibilidad de continuar viviendo de comisiones, de rentas, de intereses. Entonces se va a tener que trabajar, producir. Algo que de seguro no saben y no quieren. Los asusta la idea de tener que levantar una pared, cosechar una papa, pasar tiempo con sus hijos, hacerle el amor a sus vacías mujeres.

“Los tecnócratas dicen que un niño come dos veces y otro niño come ninguna, entonces para los tecnócratas, todos los niños comen”.

Cómo es posible que un diario que hizo mierda la libertad de pensar de la clase media trabajadora a lo largo de todo un siglo, dicen que ellos están sufriendo un fuerte abuso a su libertad de prensa. Dicen eso luego de escribir diarios enteros compuesto por enérgicas críticas y denuncias al gobierno, donde la gran mayoría ni siquiera son verificadas antes de ser volcadas a las hojas. Tan estúpidos nos creen. Es evidente que este gobierno tiene puntos en los que flaquean, pero seguramente no son los mismos que dice Clarín y La Nación. Los míos son, por ejemplo, el haber pagado deuda a los organismos internacionales de crédito, mientras tanto Iván, a tres cuadras de la casa rosada, pedidor incansable de comida pare él y los suyos. A mi me interesa la educación y la cultura, y Clarín sabe que si eso prosperara, su diario lo leería Macri y nadie más.

Obama puede consultar a Stiglitz o a cualquier otro economista keynesiano que quiera, pero debe que entender que quienes dirigen EE.UU. es el conglomerado de banqueros y petroleros texanos, representados por Bush. Cristina puede consultar a Stiglitz o a cualquier otro economista keynesiano que desee, pero debe entender que quienes deciden el país son los semejantes de Bush en argentina, representados por estos diarios. ¿No ha sido así siempre?

“Los marines se proponen, ahora, erradicar el hambre y bombardean de la línea del Ecuador para abajo”

Estos diarios no vacilan en bendecir la acción del Dios todo poderoso, dicen que ahora si se va a terminar con el hambre, porque los yankis hacen las cosas bien en serio, no como acá: país de mierda, tercermundistas del orto, sudacas culos sucios que no quieren trabajar, no respetan las leyes, no pagan los impuestos, cortan una calle porque violan y matan a una nena de 8 años, piden juicio y castigo a unos viejitos que ya no pueden ni moverse, que ni siquiera tienen respeto por periodistas como Neustad, empresarios como Yabrán, productores como Biolcati, políticos como Duhalde, divas como la Chiqui, curas como Grassi, primera dama como la Chiche, abogados como el de Grassi, policías como Patti, militares como Galtieri, intelectuales como Aguinis, prócer como Roca, artistas como Tinelli.

A la memoria del ex Presidente, y “Secretario General de Unasur”, que sin lugar a duda fue para mí y para millones de personas, el referente de la resistencia, que comprendió mejor que otros políticos, que el bienestar general es la base para el bienestar individual y no al revés.

Facundo Riera

miércoles, 6 de octubre de 2010

"Con la cruz en la frente"

Me considero una persona “anti-iglesia” por decisión adulta. Aunque, en mi infancia y adolescencia, mi madre y mi abuela hayan hecho todo lo posible para que nunca deje de frecuentarlas; aunque sea para mirar los techos y la hora cada dos segundos, pero que vaya.

Asistiendo a una escuela católica, inmediatamente seguida de una enseñanza secundaria también bañada en los lazos divinos y vengativos del señor. Y, por si fuera poco, una educación teológica de 5 años en una parroquia extracurricular, para afianzar en mí al niño Jesús. Para no ser tentado por las diabluras típicas de la edad. Para desechar de cuajo esas ideas perturbatorias que comenzaban a habitar mi mente producto de precoces compañeritas con las cuales ya no quería jugar más al pinto.

En fin, para que nunca piense y vea de forma filosófica al mundo, sino siempre a través del ojo de la cerradura de la iglesia. Donde, toda duda existencial es evacuada por simplistas respuestas como: “el Señor sabe por qué hace las cosas”, “es sabio”, “todo lo ve”, “es magnánimo”, “omnipresente”, “omnipotente”, “inmenso es el amor de Dios”.

Pero lo bueno de crecer (si tiene algo de bueno), es que uno deja de ser presa fácil de los adultos que nos quieren imponer sus formas de pensar, de ver, de vivir.

Hace no mucho me cruce una gran cantidad de jóvenes arriados por sus profesores a una marcha en protesta por la ley de matrimonio civil homosexual, frente al congreso. Y la verdad que para regocijo de mis pensares, esto no hizo más que poner en evidencia la manipulación adulta sobre jóvenes a los cuales les prohíben el libre albedrío en temas tan delicados. Que quizás, ni siquiera años sino meses, puedan arrepentirse de su participación en esa quita de derechos. ¿Bajo qué derechos un adulto, le impone su pensamiento a un niño? Únicamente bajo el autoritarismo de una iglesia medieval, troglodita, mentalmente estrecha y por si fuera poco, mantenida como fruto de su improductividad (y por decreto constitucional que apresuradamente en el artículo 2 ya lo pone de manifiesto).

No puedo hacer la vista gorda ante tanta injusticia practicada por esta pandilla. No puedo tolerar ver libre al padre Grassi luego de que se haya probado que efectivamente llevó a cabo sus abusos homosexuales a jóvenes indefensos, olvidados por un estado ineficiente y raptados por una iglesia pedófila para fines sádicos. Y que, irónicamente vive frente a la fundación, riéndose en la cara de esos jóvenes que se armaron de valor para contar tales abusos. Recordándoles que aún sigue libre, qué por más que lo hayan enjuiciado y encontrado culpable, igualmente es impune. Qué quien lo avala es ni más ni menos que la Iglesia católica argentina; la misma que avaló, participó, ideó, celebró los tantos golpes militares y que no puede darse el lujo de verlo tras las rejas. Eso significaría que Grassi es culpable de todos y cada uno de los casos de abusos por los cuales la iglesia lo defendió a rajatabla.

Una iglesia incapaz de realizar un meaculpa, de pedir perdón a la sociedad por tanto daño causado.

Sociedad que por más tinellizada que se encuentre, nunca espera que dicha agresión provenga de este sector, algo jamás pensado. Pero que igualmente una vez al tanto, prefiere omitir. Hipócritas capaces de repudiar un gobierno democráticamente elegido, pero incapaz de cuestionar una iglesia impuesta.

Muchas veces me pregunto: ¿qué diría mi creyente y justa abuela, ante esto? La misma que me recordaba a Hector “Bambino” Veira como un abusador, pero que luego, la desmemoriada sociedad lo hace suyo nuevamente (si lo viera hoy, hasta tiene un libro varias veces editado). La que siempre le criticó a Maradona su falta de hombría al no reconocer su hijo. La que insultaba a Menem cada vez que este aparecía en televisión. Y la que seguramente desde donde sea que se encuentre, señala a Rodrigo “Hiena” Barrios como asesino y no como campeón de mundo.

Pero más allá de este nostálgico recuerdo personal, me es muy difícil continuar en la fe luego de que en Brasil se haya destapado la hirviente olla. Dándose a conocer “el manual para abusos sexuales” distribuidos por y entre el clero brasilero. Donde según se sabe hay más de 1.500 casos de abusos a jóvenes huérfanos. Ya que este es uno de los principios que rige a este manual: la vulnerabilidad y el desamparo de estos jóvenes, la incansable búsqueda de una figura paterna que los proteja facilitará el acercamiento a ellos, paulatinamente se irá ganando su confianza, para luego si, poder abusar.

Lo siento, pero hasta aquí llegue: no puedo compartir una sociedad con esta despreciable lacra. Preferiría convivir entre monos en la selva, donde seguramente esto no tenga lugar. Me repugna el hecho de saber que fue esta iglesia la que me bautizó, comulgó, confesó y que me hizo golpear el pecho culpándome de todas las dolencias de la sociedad. Quizás, en menor medida, sea algo así como enterarte de quien te crió, es precisamente quien te rapto. No quiero compartir nada más con ellos. Que anden sueltos y camuflados dentro de una sociedad que los reconoce y respeta me hace dar arcadas. Algo de seguro, descabellado.

No poder discutir con personas que no profesan el pensamiento propio o la razón lógica, sino únicamente lo que les dijeron que uno dijo hace miles de años a doce personas y que cada una de estas lo interpretó como les vino en gana, hace que mi intento por parlamentar este muerto antes de nacer. Es decir, el hecho de que no podamos debatir seriamente como Estado, aquello que nos acompaña como iglesia.

Seguramente se me acuse de generalizar, de meter a todos en una misma bolsa, de olvidarme de honrosos curas como el padre Mugica o los reconocidos curas villeros entre muchos otros, pero permítanme explicar algo: si sumamos todos los buenos y verdaderos curas del mundo con sus cuantitativas y cualitativas obras; pero que igualmente no son capaces de repudiar a sus depravados colegas desde dentro de la institución, si no pueden exigir la expulsión de los inescrupulosos que se camuflan de lo más preciado que tienen las personas como mis madres; pues entonces nada de esto sirve. Si ellos no piden una seria reprimenda, lamentablemente están siendo cómplices de algo injusto y como tal, no merecen mi reconocimiento.

¿No fue así el surgimiento del Protestantismo acaso? un sector de la iglesia católica apostólica romana, acaudillada por Martín Lutero, protestando contra la holgazanería e hipocresía que mantenía el vaticano. De sus intervenciones en las guerras producto de Papas guerreros -a veces-y Papas civiles también guerreros –otras- cuyos intereses escapaban a lo meramente religioso. Religión que justamente hoy día, entre otras cosas, sus clérigos pueden casarse y tener hijos. Al cambio lo hicieron ellos desde adentro.

Facundo Riera

jueves, 16 de septiembre de 2010

"El gran defecto"

El sólo hecho de que el valor del dinero este dado por la efímera cuantía que las personas que lo poseen le dan, y a su vez, por quienes no lo tienen -y por ende- lo necesitan; es infinitamente estúpido. Tan estúpido que si abordamos el tema de forma seria, tendríamos que renunciar inmediatamente, ya que de no ser así correría riesgo un sistema sostenido por un simple pedazo de papel que por sí mismo no tiene valor. El oro primero, y luego, el dólar nos han abandonado, estamos respaldados en absolutamente nada. Sepámoslo.

A diferencia de muchas otras monedas-mercancías que han tenido valor intrínseco como la sal, el aceite, tabaco, pieles, oro en polvo, cacao, etc.; este goza de una inescrupulosa ineficiencia, pero que igualmente se mantiene por la simple holgazanería de quienes desean hacer dinero con dinero, sin tener que trabajar, sin tener que mover un sólo dedo. De aquel que advirtió que prestando la cantidad de, por ejemplo, 100 unidades de “X” moneda, podía recibir al cabo de un año 130 o 140 unidades de esa misma moneda. Donde personalmente creo que de aquí data la famosa frase “el tiempo es oro”. Estimados: Aquí firma sentencia de muerte el capitalismo. Es la misma creación del doctor Frankenstein quien lo mató. Será la codicia quien finalmente acabe con el capitalismo. A diferencia de los que muchos apresurados creen, Carlitos Marx (Filósofo, sociólogo, economista) estaba a favor del libre comercio, ya que este demostraría el lado más salvaje del sistema, la codicia y la corrupción hará que los desahuciados quieran un cambio, necesiten un cambio, que servirá para el aceleramiento de la tan ansiosa revolución.

Lo cotidiano de la vida, el apresuramiento, la necesidad de movernos siempre en masa, el inmediato rechazo a los impulsos de apagar “latele”, de no darnos tiempo a solas para pensar por nosotros mismo, para encontrarnos, para escucharnos (algo que cada día es más difícil de lograr), ha llevado a que este sistema pueda seguir operando con la típica impunidad de la tiranía.

Reconocidos hacedores de dineros, que la sociedad no vacila en tildar de exitosos, defensores a rajatabla, centinelas de lo establecido levantándose religiosamente todas las mañanas a ganar su Dios dinero. Pero que a diferencia del resto de los ñatos, estos, ganan “cantidades exorbitantes”. Apáticos asexuados que entienden por orgasmo, la ínfima suba del dólar.

Pero he aquí una contradicción: el hecho de no tener un fin especifico para ese dinero. Ellos hacen dinero por que así es como interpretan la vida, de eso se trata vivir. Es su pasión, y como tal, difícil de explicar. En cambio, el Diego quería un techo para su familia, mi amigo Cococho quiere irse de la casa de la madre, el Ruso quiere arreglar la chevi, Manola quiere hacer “la suya”, tranqui; a mí me urge Cuba. Tenemos una idea distinta del dinero, quizá y por qué no, hasta romántica. Pensamos en él como la herramienta hacia, y no, el fin. Es más, creo que es esto lo que mueve a los ladrones de bancos. A mis desafortunados ladrones del banco Río de Acasuso que espero algún día se los canonice. ¿No era esto, acaso, lo que movía a Robin Hood? “Ladrones de besos recuperando el tesoro de los inocentes”.

Nada más triste que hacer dinero por el sólo hecho de abarrotarlo.

Se lo dijo Homero al Señor Bernz: -¿Lo abraza el dinero cuando llega a su casa?

Un libro que está muy de moda por estos días: “Niño rico, niño pobre”, el exitoso padre enseña a su hijo rico, y también a su amigo pobre, a ser “grandes hombres de negocio”, algo así como un gurú de la economía entrenando a dos jóvenes para ser patrones de patrones. Enseñando los pormenores de la vida. Aunque incapaz, éste, de poder definir de forma acabada la palabra: felicidad. Esta neobiblia de este neoliberalismo no tardó en ser rererereeditada, ya que muchos jóvenes reacios a la lectura, como era de suponer, este mediocre libro carente de artilugios literarios los atrapo de inmediato. Su primer libro. Escuelas, oficinas, universidades dando un concepto de dinero que podría interpretarse como simplista, por lo menos.

No tengo nada personal contra el dinero, mi preocupación es, más bien, colectiva. Me alarma la dimensión del problema y la normal aceptación de una sociedad anestesiada. Fervientes abusadores de opio, incapaces de poner en tela de juicio el mal responsable de cuanta injusticia exista. Nos creemos una raza inteligente, arrogantemente superior, de hecho exterminamos a todos aquellos que creíamos inferiores, que según nuestra perspectiva no merecían ser tratados como iguales: incas, mayas, aztecas, etc. E igualmente somos la única raza capaz de tropezar ciento de veces con la misma piedra sin ni siquiera detenernos a pensar en tamaña mentira en la que estamos inmersos, y que no es casual, que al igual que la religión, carezcan de razones lógicas.

Por Milton Tarabarelli: quién todas las mañanas necesita recordar sus sueños, para de esa forma, resistir.

lunes, 23 de agosto de 2010

"Niño maleducado"

Es fácil entender el por qué de la educación que recibimos desde niños ya, si hemos sido educados por europeos: religión europea, historia europea, ropas europeas, costumbres europeas y todo tipo de accesorios de susodicho continente. Fueron estos los que instalaron las primeras escuelas en la naciente patria, y si esperábamos que nos contasen la real historia en la que ellos en el mejor de los casos quedasen como codiciosos, asesinos y ladrones, pues entonces seriamos muy ingenuos. La iglesia que nos enseño a rezar y a venerar a Dios, es de potestad europea también, siendo esta la principal cómplice de ultrajes, aberraciones, asesinatos, violaciones, esclavitud, todo tipo de herejías, y otras injusticias, teniendo como único fin aumentar la clientela. La misma iglesia que en 1945 se horrorizara del holocausto. Hemos sido invadidos por la cruz y la espada, una y otra de alto contenido maligno y burgués. Educándonos como ellos quieren para ocupar el rol que la sociedad necesita que cumplamos para que no se vaya a la mierda la farsa de sistema que tenemos. Recuerdo unas palabras que leí hace bastante, pertenecientes a Picasso que decía: “Todos los niños nacen artistas, pero lamentablemente, inmediatamente se los comienza a doctrinar para formar parte del sistema, es decir: abogados, arquitectos, economistas, etc.”. Tan ciertas estas palabras y cualquiera que halla prestado atención a un niño lo puede comprobar, cantan, bailan, dibujan, pintan, construyen castillos de arena que una vez terminado romperá; porque el artista es así destruye sus obras, cuentan historias fascinantes que más de un novelista envidiaría, el delirio hasta la locura y como todo buen artista no quiere saber nada con el dinero, corren por ahí íntegramente en cueros como invocando el espíritu de John Lennon. Los ahoga esa necesidad imperiosa de tener que expresarse. Pero inmediatamente ahí estamos nosotros, los adultos, con la madurez suficiente para corregirlos, para quitarle la guitarra, el crayón, el tambor, vestirlo y enviarlo al preescolar. Perdona hijo, pero la sociedad esta muy enferma y, por ende, no necesita artistas, sino psicólogos, psiquiatras y farmacéuticos.

Quizás sea hora de entender de otra forma la vida, quizás sea momento de cambiar eso o al menos hacer el intento. Si por ejemplo: el mayor error del hombre es haber maltratado la naturaleza de forma imperdonable al punto tal que muchos de esos excesos no tendrán enmienda, ¿No es momento de empezar a reeducar por ahí? Porque esta educación esta fallando, y todo lo sabemos. Comenzar por el comienzo. No hay nada que debamos cuidar más, que la naturaleza y a cambio ella nos alimentará, nos curará, nos vestirá, nos proveerá de los materiales necesarios y que esto, con un poco de trabajo, nos dará una vivienda. Pero conscientes de compartir, tarea que no será fácil, pero que será una materia de suma importancia, más significativa aún que el Derecho. Cuando entendamos esto, cuando el compartir derrote a la codicia, recién ahí podremos respetar la vida, otro de los valores imperantes que deberíamos adoptar como uno de los principios rectores.

Sólo dejar que la naturaleza corra su curso, dejémonos llevar por ella. Permitámosles a los niños, ser como naturalmente quieren. No repitamos en ellos el error que se cometió con nosotros. Dejemos a la naturaleza gobernar, y veremos que generosa es, alcanza para todos y no conoce de “exclusión”.

Facundo Riera

jueves, 22 de julio de 2010

De paseo por la sociedad Rural


Para la tranquilidad de todos los argentinos, la vaca Amelie llegó a la Rural cansada pero llegó. “Latele” la esperaba para la conferencia de prensa que nunca dio, aunque si posó desnuda para las fotos que serían tapa de los diarios. Entonces sí, todo listo para que comience la más grande fiesta de campo de toda América Latina.

Ellos ya se pusieron sus camperas de gamuza, cueros de carpincho, chalecos, camisas lisas o a rayas, alpargatas de colores vivos, cuenta ganado, estómagos prominentes bien cerca del mentón, pañuelo al cuello con pasadores, mucho cardón, prolijos bigotes, exhibición de dientes, cinturones de cuero con hebillas de temática campechana, más cardón, un gracioso, todos camperos; otro, el más campero, también vive en la ciudad. Conversan acerca de camionetas.

Ellas no pudiendo ser menos y para estar a tono de tamaña festividad salieron de la peluquería para unirse a sus maridos, también con doble apellidos, devotas de la concentración de riqueza y del 1 a 1, tinturas para pelos de todos los colores; collares, anillos, aros, arrugas y otros colgantes; la seudo palabra “sho” encabezando las oraciones, fanáticas del opusdei, y quizás también del apartheid, sus carteras haciendo juego con las camperas de sus hombres, su frivolidad haciendo juego con la arrogancia de sus hombres, un poco de cardón también, muy “fifí”, sin conocimiento acerca del campo pero mucha habilidad para las ciudades. Sus temas de conversación por excelencia: sus hijos y cómo estos ya comienzan a parecerse a sus padres.

Una infinita cantidad de camionetas 4x4 me guiñan el ojo, no sirven para otra cosa que fundar malos pensamientos en mí. Entonces pienso: qué herramientas les darán a sus peones para trabajar el campo, les darán un tractor último modelo también, digo, porque quizá esto no sea tan necesario como sí lo es una camioneta último modelo para poder dar la célebre vuelta al perro por los pueblos de donde estos son oriundos, orondos. Siempre me llamó la atención lo que puede significar un automóvil de esta calaña en los pueblos o pequeñas ciudades, lo que tranquilamente en Bs. As. sea uno mas del montón, en estas comarcas, tienen nombre y apellido, algo así como un valor agregado, algo intrínseco en ellas que hace a su dueño diferenciarse del resto de los mortales, ¡Miralo vos a fulanito, la chata en la que anda!, y fulanito lo sabe, porque él también ha estado del otro lado de la ventanilla. Pero este anhelo del auto como dando a saber al resto el tamaño éxito que posee (entendiéndose por éxito, únicamente y solamente el factor económico), directamente proporcional al modelo del auto. Algo que lamentablemente es contagiado a otras esferas de menor capacidad adquisitiva, como la clase media. Lo que me permite comprender un poco mejor la pobreza cultural en la que suelen encontrarse estas ciudades, donde ya no hay cines, bibliotecas, museos, obras de teatro, ni recitales. Donde el disfrute y goce de la vida pasa mas bien por mostrar, aparentar (y si no me creen, pregúntenle a Facebook). Donde una gran cantidad de casas de ropas de reconocidas marcas, lo confirman, y donde las bibliotecas, disquerías, u otros espacios artísticos van siendo paulatinamente reemplazadas por éstas. Aunque esto es una apreciación personal solamente. Como todo.

Pienso en los peones, esos que desde siempre trabajan los campos, los que más se merecen estar allí, en la Rural, disfrutando de una feria que los enriquezca, pero precisamente son ellos los que brillan por su ausencia, brillo que pocos notan. Invisibles en su fiesta. Lo que para cualquier admirador de Tinelli, sería un bluper, para mí es una demostración más de que nada en estos lares es casual. Pero para suplir estas ausencias, en cambio, están los jóvenes hijos: estos acomodados, oportunos, herederos, económicamente satisfechos, legatarios, delfines, improductivos, desocupados, que se autodefinen como amantes del campo, pero que aún no deciden mudarse y siguen viviendo en las cómodas ciudades. Los que no logran imaginar el campo como un lugar de arduo trabajo, sino como una escapadita de fin de semana, para descansar del stress de la ciudad, de recitales de bocinas. Un plácido lugar donde comer un sabroso costillar, cabalgar un exótico equino durante un exótico atardecer, pero no más. Donde los delirios de libertad pueden ser rápidamente mutilados por el nostálgico confort de la ciudad, ciudad donde un cielo tormentoso no puede cambiar nuestros planes como sí sucede en los campos, donde aquellos omnipotentes no entenderían jamás, cómo un simple camino en mal estado puede ser tan significativo o cómo una antena mal calibrada puede excluirlos del mundo. Algo que para el hombre de campo es tan normal como entablar conversación con su caballo o con su perro compañero. Peonada que de apoco voy entendiendo por qué no puede acceder a la educación (con la que tanto insisto), quizá porque un peón con educación no estaría tan de acuerdo como lo está hoy, cuando Biolcati por medio de Buzzi y de De Angelis indagan por un dólar más alto, que oscile los $5, cuando cualquiera con un ápice de conocimiento en materia económica sabría que un aumento del tipo de cambio trae aparejado un inexorable aumento de la inflación, donde los que se benefician son únicamente los productores (ya que reciben una mayor cantidad de dinero por sus exportaciones) y los perjudicados: como siempre, nosotros (los asalariados). También estarían al tanto de que, cuando dicen no a la ley 125, están diciendo no a su articulo 20, donde textualmente expresa: “Créase el FONDO DE REDISTRIBUCION SOCIAL con la finalidad de financiar la construcción, ampliación, remodelación y equipamiento de hospitales públicos y centros de atención primaria de la salud; la construcción de viviendas populares en ámbitos urbanos o rurales; la construcción, reparación, mejora o mantenimiento de caminos rurales y el fortalecimiento de la agricultura familiar.” O También saber que todos aquellos pequeños productores gozaran efectivamente de las “compensaciones a pequeños productores” (capitulo 2 de la misma ley) siempre y cuando se apeguen a sus declaraciones juradas. O quizá, porque de estar un poco mejor informados, verían en De Angelis a una simple persona que está siendo manipulado por la sociedad Rural y olvidándose de ellos. Antes lo dije y lo vuelvo a repetir: nada en estos lares, es casual.

Los precios de quesos, jamones, salames siguen tan caros como siempre. Una bondiola puede ser más cara que toda una canasta básica. Pero si hay algo que tiene de lindo esta feria son los stand donde venden patonas pick-ups, cuya información la brindan patonas promotoras, y donde hasta el más íntegro padre de familia puede convertirse en un pedante galán de tv.

Cada vez que pienso la cantidad de horas que tendría que trabajar para tener una de esas (Pick-ups, no señoritas), me deprimo, aunque no por lo sobrevaluada que se encuentra una simple camioneta, sino por lo devaluado que está el trabajo.

Un muchacho con ojos claro y boina se prueba una 4x4, se mira en el retrovisor y se piensa. Otro, sin ojos claros ni boina pero igual de joven, tiene en una mano a una nenita de unos 60 cm. de alto o de unos tres año y la otra, enroscada al cuello de su mujer, miran desde afuera el interior del último beeme, que está con la puerta abierta. Tres jóvenes pasan por al lado mío, dos de los tres están disfrazado de gauchos, los tres hablan perfectamente porteño. Son muy pocos los peones que se ven, lo más parecido son estudiantes (que aún no son patrones). Un angus cinchón me mira fijamente, lo miro, nos miramos, me aburro, él no. Algún peón baña un hereford- según señala la cabaña. Una nena monta un pony para la foto que su padre captura, ahora pienso en la etimología del nombre de los Pin y Pon. El colosal olor a mezcla de bostas rápidamente adiestra las fosas nasales de cualquiera. En otro corral, un potro cachorrito, a duras penas en pie, es el encanto de un puñado de niños. Cuán felices. Un corderito me mira, también lo miro, me lo imagino en la parrilla, no me mira más.

Trato de no tener pensamientos resentidos, pero es difícil escribir acerca de la Rural (a la que he ido muchas veces) sin tomar una postura, sin obtener conclusiones.

Ahora pienso en esta palabra: resentimiento, palabra que puede ser muy ambigua. Palabra que a pesar que aquellos que suelen usarla, conocen su significado, no conocen su origen. Yo tampoco lo conozco, aunque debo confesar que también la he usado (y la seguiré usando), pero sí veo a esta palabra como un sistema automático de defensa de la clase dominante hacia la clase dominada, a la que se le exige que reprima sus clamores en silencio, y si así no lo hiciese, pues entonces será resentido. En Argentina cada vez que alguien utiliza este adjetivo descalificativo, da la casualidad que los agraviados siempre suelen ser pobres o victimas de cualquier otra forma de injusticia. Hablando muy mal y muy pronto: no solo te meto el dedo en el culo, sino que además no podes quejarte. Muchas veces he escuchado personas refiriéndose a indigentes, madres de plaza de Mayo, mujeres maltratadas, prostitutas, entre otras, con esta displicente palabra. Todas personas que a mi entender están en todo su derecho de sentirse resentidas, ya que hay algo que las oprime, las aqueja, las aflige, algo que irremediablemente les cambio la vida para siempre. Es cuestión de ponerse en su lugar por unos segundos. ¿No tiene derecho una madre a la cual le arrancaron su hija, la torturaron, violaron y quien sabe cuantos vejámenes más, a estar resentida con el sector responsable de dicho daño? Sin embargo tildamos despectivamente de resentido al que no tiene para comer, no tiene el celular que la tele le dice que tiene que tener, las pilchas a tener, el plasma en 50 incomodas cuotas que tiene que tener para mirar mejor el mundial y por ende sale a robar al primer gil que ve, para satisfacer la necesidad de demanda que le promulga el mercado una y otra vez, hasta que se les grabe en el centro del sistema nervioso, ahí, entre medio del hambre y el sexo.

Quizás tengamos que condenar un poco más a los fabricantes de resentidos y no tanto al producto terminado.

Aunque es importante remarcar que no estoy defendiendo rencorosos que no tienen motivo para serlo como el caso de Pergollini o Rial por poner dos pelotudos, ejemplos.

Me estoy refiriendo y defendiendo a los que pocos se refieren y defienden. Me estoy refiriendo a aquellos que ni siquiera pueden ser escuchados cuando piden cura al cáncer que aqueja a su hijo de apenas dos años (en el Chaco, sobre todo) como consecuencia de aviones fumigadores, vertederos voladores de glifosato, endosulfan, metamidofos, picloran y clopirifos, entre otros químicos usados en los cultivos de arroz y soja. Para suplir la mediocridad de ingenieros, veterinarios y administradores que no pueden cultivar soja sin la necesidad de estos y que tampoco tienen los cojones para advertir a los productores, lo ambiental y socialmente nocivo que es esto. Productores que ignoran tanto como yo, lo que están vertiendo a sus propiedades, aunque la ignorancia no reconoce propiedades privadas. Me refiero a peones que trabajan en condiciones medievales y por miserias en los yerbatales del norte del litoral para que De Angelis y yo podamos tomar mate a un precio barato, aunque De Angelis de esto no diga nada. Peones que trabajan en condiciones medievales y por miserias en las plantaciones de algodón del norte del litoral para que De Angelis y yo podamos vestir ropas a un precio barato, aunque De Angelis de esto no diga nada.

Peones que trabajan en condiciones medievales y por miserias en los ingenios azucareros de Tucumán y Santiago del Estero para que De Angelis y yo podamos endulzar nuestras vidas a un precio barato, aunque De Angelis de esto no diga nada.

Todo esto es opacado por una cierta cantidad de dinero, dinero para ganar un lugar en las cumbres de la sociedad, una cuenta en un banco, un banco en la iglesia, una prepaga bien cara y privada; escuela: la más exclusiva, la más privada; un terreno en el paraíso, un paraíso en un country, country privado de todos los resentidos, resentidos que aumentan a la décima potencia, potencia que todavía es paciencia.

No se porque termino hablando de esto, pero mis dedos escriben solos como solos se vienen esos pensamientos que nos rondan por la cabeza esperando el momento indicado.

También me percato de cómo pueden llegar a ser los más argentinos cuando les conviene, nadie más argentino que ellos. El ser nacional podría explicarse fácilmente con una fotografía de ellos, artífices de la Argentina granero y frigorífico del mundo, dueños de todo progreso, donde los hoy abuelos y bisabuelos camperos aplaudieron de pie el pacto Roca-Runciman, es decir: Argentina de rodillas ante Inglaterra. Y donde sus hijos, hoy padres camperos aplaudieron de pie el neoliberalismo menemista y la quita total de retenciones. Y donde el año pasado, el presidente de la sociedad, revindicó el plan económico de Martínez de Hoz, aplaudido de pie por sus feligreses. Siempre pensando en salvarse ellos y en nadie más que ellos aunque sea en desmedro de la clase media y baja. Y ahora que me pongo a pensar, esto último dice bastante del argentino promedio. Sí tendría que buscar una palabra para definir el común denominador del ser argentino (hombres y mujeres), creo sin lugar a duda que es el individualismo, donde el que mejor lo lleva a cabo es el sector terrateniente. Lejos de comprender que la pobreza no es buena y mucho menos a nivel colectivo, esto no es viable y cualquiera con un poco de imaginación (ni siquiera educación) lo puede comprender.

También creo que en general, los argentinos nos estamos dando cuenta de quien es quien, las ideas disfrazadas, la economía que profesan, los intereses que defienden. Como así también creo que cada día son más los que se dan cuenta que la clase terrateniente a diferencia de lo que ellos dicen, no quieren un país ni tampoco les interesa tenerlo. Lo que sí quieren son los recursos de ese País: las tierras húmedas que aguanten la mayor cantidad de monocultivo posible, la peonada barata y bruta incapaz de morder la mano que lo alimenta, capitales fáciles de conseguir y ansiosos de ser blanqueados; y por supuesto: leyes flexibles que permitan todas estas cosas. “Ese será siempre su País”

Riera Facundo

jueves, 10 de junio de 2010

¿LA DROGA ES EL TÓXICO?

La noción misma de “toxicomanía” coloca en una verdadera encrucijada temática: ¿pertenecerá el fenómeno al campo de la sociología, o dependerá de un abordaje médico, jurídico, psicológico o etnológico? Esta indeterminación, señalada desde hace ya mucho tiempo, se duplica en una indecibilidad que simultáneamente subsiste en el interior de cada una de esas disciplinas. Es posible registrar las huellas de esa indecibilidad en ciertas faltas de rigor epistemológico, en un deslizamiento de los conceptos, que no pocas veces caracterizan a las afirmaciones e investigaciones sobre “la toxicomanía”. A veces el sociólogo psicologiza sus decires, el jurista difiere su ley a una decisión médica, los psicoanalistas solicitan modelos comportamentalistas u operan una psicologización secundaria de los conceptos analíticos o preventivos.

A través de las diferentes conceptualizaciones el tóxico ha sabido tomar las cualidades de un remedio o las de un veneno. Es de alguna manera esta “estructura de ambigüedad y de reversibilidad” la que infesta todas las reflexiones en materia de psicofarmacología. Platón denuncia esas potencias ocultas, seductoras, engañosas, que actúan su doble faz: remedio y veneno. “La pharmacie” de Platón, representa dos medicinas ocultas que transgreden las leyes de los dioses, inventan filtros y trazos que son o remedios, o venenos. Estos dos procedimientos artificiales fabrican “excesos” en el cuerpo del discurso y en el cuerpo de los órganos. Esta ambigüedad del farmakon de Platón, nos aleja de un pensamiento de “la droga” como flagelo. Imágenes y slogans asociados a “la droga” son, en efecto, pretextos para ilustrar insidiosamente toda caza social del “cuerpo extraño tóxico”. El opio alberga, como tantos otros, lo más y lo menos, es a la vez un estimulante y un sedante. Cuando se lo administra de nuevo, lo positivo se invierte y se “negativiza”. El farmakon sería entonces lo que encierra en sí mismo a su propio contrario.

Señalemos también que Freud mencionó otro aspecto del efecto de las drogas, en particular en su obra El malestar en la cultura de 1929. Dice: “La vida, como nos es impuesta resulta gravosa: nos trae hartos dolores, desengaños, tareas insolubles. Para soportarla, no podemos prescindir de calmantes...los hay, quizá, de tres clases: poderosas distracciones, que nos hagan valuar en poco nuestra miseria; satisfacciones sustitutivas, que la reduzcan, y sustancias embriagadoras que nos vuelvan insensibles a ella”. El propio Freud había insistido en las características de ese repliegue respecto del mundo exterior: “No sólo se les debe (a las sustancias embriagadoras) la ganancia inmediata de placer, sino una cuota de independencia, ardientemente anhelada, respecto del mundo exterior. Bien se sabe que con ayuda de los “quitapenas” es posible sustraerse en cualquier momento de la presión de la realidad y refugiarse en un mundo propio, que ofrece mejores condiciones de sensación”. Además, Freud llamaba la atención sobre las modificaciones de las condiciones de nuestra sensibilidad por obra de la intoxicación “pero también dentro de nuestro quimismo propio deben de existir sustancias que provoquen parecidos efectos, pues conocemos al menos un estado patológico, el de la manía, en que se produce esa conducta como de alguien embriagado sin que se haya introducido el tóxico embriagador”.

Se habla de droga en singular y no de las drogas, habría un interés de no diferenciar sustancias muy distintas entre sí; basta que tengan una característica común: que hayan sido prohibidas. Tampoco interesa hablar de una serie de sustancias permitidas, es decir, no prohibidas, que tienen tanta o más capacidad de alterar esas condiciones psíquicas o físicas, tales como el alcohol, tabaco, psicofármacos. Lo importante no parece ser ni la sustancia ni su definición, ni mucho menos su capacidad o no de alterar de algún modo al ser humano, sino más bien, y esto es fundamental, el discurso que se construye en torno a la prohibición. Creando el mundo de lo legal y de lo ilegal. Por lo tanto habrá drogas prohibidas y permitidas, consumidores y traficantes, víctimas y victimarios, enfermos y delincuentes...según sea conveniente a quienes intenten nuevas formas de control social, ocultando de paso otros problemas mucho más angustiantes e importantes, tales como la mortalidad infantil, el analfabetismo, la desocupación, la corrupción, etc. El penalista español Carlos González Zorrilla, en su obra “Droga y cuestión criminal”, menciona tres clases de estereotipos que surgen de los modelos de discurso que a continuación citaré.

El discurso médico ve al drogadicto como enfermo y a la droga como virus, epidemia o plaga, creando el estereotipo del dependiente.

El discurso cultural, transmitido a través de los medios de comunicación social, necesita al consumidor como el que se opone al consenso, nombrándolo drogadicto.

El discurso moral agrega el calificativo de “vicioso” y designa a “la droga” como el “flagelo”, “placer prohibido”, etc.

El discurso jurídico ve a todas las drogas como peligrosas, sin entrar en detalle acerca de sus diferencias. Legitima la diferencia entre el “bien” y el “mal”; califica a esta conducta de mala y perversa cuando está relacionada a la droga ilegal. Si la droga no es ilegal, la conducta no es mala ni perversa. Este discurso da origen al estereotipo delictivo.

Otro estereotipo es el que se produce cuando se equipara el consumo de drogas con la adicción. El vínculo adictivo que un sujeto establece con algo, es sólo uno de los posibles y para nada el más frecuente. Distintos estudios informan que únicamente entre el 8 y el 10% de los consumidores podrían ser ubicados en la categoría de adicto, porcentaje con valor universal y válido para todas las sustancias.

En esta sociedad en que cada vez más se valora el acceso a bienes económicos, el consumo tiene poderes mágicos a través de los cuales se intenta satisfacer las más variadas necesidades reales o simbólicas. La droga pasa a ser un objeto de consumo ideal, en tanto es cargada de múltiples significaciones. El deseo de éxito, el rendimiento laboral, la potencia sexual, la soledad, la frustración, el dolor, encuentran en las drogas una aparente satisfacción. Estamos frente a un síntoma que denuncia una problemática social. Por lo tanto, es necesaria la articulación de la prevención específica e inespecífica para trabajar con la comunidad apuntando al fortalecimiento de las redes sociales, maximizando los procesos autogestivos que sustentan la búsqueda de un mayor protagonismo social e individual en el descubrimiento y resolución de los problemas. En este tema debemos plantearnos el objetivo de instrumentar a la población para que pueda asumir una actitud responsable e informada.

El modelo médico se trasladó acríticamente a todas las disciplinas. Pero cuando se trata del problema drogas, desde este modelo médico, te prevenís del adicto. Este modelo piensa desde la enfermedad. Para abordar la problemática de las adicciones, debemos pensar desde los aspectos sanos de las personas, para poder sanar lo enfermo. Hay modelos preventivos que ha veces enferman lo sano. Dichas actitudes preventivas se centran en la enfermedad. Pero cuando se preguntan qué es la salud no saben definirla. El gran ausente es lo saludable. Esto lleva al cuestionamiento de los condicionantes de ciertos estilos de vida, pero no con el sentido de instaurar desde un lugar de poder, un estilo hegemónico de vida saludable, sino con la perspectiva de abrir la posibilidad de construir formas de vida compatibles con la salud, en un marco de tolerancia y respeto por las diferencias. El pedido de información que posibilite detectar a los posibles consumidores para poder luego derivarlos y/o denunciarlos a alguien designado como “experto”, porta en lo sustancial, la idea de que el problema está afuera de uno. Detrás de autojustificaciones humanitarias y de buenas intenciones, se esconde, a veces, una enorme dificultad para comprender las complejas dinámicas que el consumo de sustancias de alguna forma denuncia. Las respuestas que de ello se desprende por lo general agudizan la exclusión, a través de la segregación y estigmatización, frecuentemente fortalecedoras de la situación que se pretendía solucionar. Cuando se acumula poder de manera excesiva, se puede establecer con los otros una relación en la que se los desconoce, asignándole una identidad parcializada y desvalorizada en la que se niega su humanidad plena.

Lo saludable no es un estado perdurable sino un tránsito permanente. La salud es de esta manera una visión global de la vida misma, atendiendo a la personalidad del hombre y al ambiente (condiciones físicas, biológicas, culturales, psíquicas, económicas, a las cuales debemos adaptarnos o transformarlas para que se adecuen a nuestra especie). El concepto salud-enfermedad como proceso social implica su articulación en los procesos económicos, políticos e ideológicos de la sociedad y por lo tanto debe entenderse en función de un cierto contexto y no como realidad naturalmente dada.

Lo que es saludable en una situación puede no serlo en otra. Es por ello que podríamos decir que es saludable usar la fuerza que puede darnos el conflicto para motorizar un cambio. Entonces lo saludable dependerá del significado que se le atribuya en un contexto dado, así como de las peculiares condiciones de tal contexto. Freud nos decía en “El malestar en la cultura” que el sufrimiento nos amenaza por tres lados: desde el propio cuerpo que, condenado a la decadencia y a la aniquilación, ni siquiera puede prescindir de los signos de alarma que representan el dolor y la angustia, del mundo exterior, capaz de encarnizarse en nosotros con sus fuerzas destructivas, omnipotentes e implacables, por fin, de las relaciones con otros seres humanos. El sufrimiento que emana de ésta última fuente quizá nos sea más doloroso que cualquier otro. La nueva visión de las adicciones que viene proponiendo hace años la prevención comunitaria, establece que la representación del toxicómano se desplace del encuadre jurídico de delincuente al estatuto de enfermo, de enfermo a enfermo como los demás, para por último volverse ciudadano y sobre todo ciudadano como los demás.

Para finalizar quiero comunicar lo que el escritor Italo Calvino en su libro “Las Ciudades Invisibles” le hace decir a Marco Polo: “el infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es riesgosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio".

  • Por Dr. Miguel Ángel Casella

  • Jefe del Departamento de Prevención CENARESO.

  • Prof. Titular de la Cátedra Práctica Profesional Tutoreada en Prevención Comunitaria Facultad de Psicología USAL.

  • Director del Seminario Psicología de la Drogadicción Facultad de Psicología USAL.