viernes, 4 de noviembre de 2011

La histeria que nos parió

Por Facundo Riera


Si el mundo no rotase, si estuviese estático y no en continuo movimiento, girando; pues allí y solo allí no tenga lugar la palabra “pero”. No haría falta. Estaríamos todos de acuerdo, aburridísimos, pero de acuerdo. No habría discusión, posición ni oposición.

Pero al parecer el mundo gira, lamentablemente hacia la “derecha”. Entonces discutimos, no nos ponemos de acuerdo, tratamos de no coincidir inclusive cuando “casi” lo estamos. Entonces decidimos utilizar de comodín, el “pero”. Esta palabra es utilizada por absolutamente todo el mundo, pero existe un sector de la sociedad que la lleva incrustada en la frente, en la cartera de la dama y en el bolsillo del caballero. Ese sector es el burgués (por definirlo de alguna manera). Esperen y no se exasperen.

Al “pero” lo invento un burgués para poder seguir siendo burgués, para que nada ni nadie le cambie su cómoda vida. Es inconformista por naturaleza, en él reina el “pero”. No los culpo, somos hijos de un sistema que nos ha hecho inconformistas. ¿No es el sistema, acaso, el que nos dice que tenemos que aspirar siempre a más? El último celular, el mejor auto, ser el más inteligente de la oficina y en una de esas hasta el mas lindo, acostarse con las mujeres más lindas. Pero jamás nunca conformarnos, el conformismo es un hilo muy delgado que muchas veces puede ser interpretado como fracaso.

Pregunten a algún opositor razonable del gobierno lo que piensa de este gobierno. Y seguramente éste reconocerá cosas buenas hasta que esperadamente introduce la palabra “pero” seguida de alguna oración como: “son amigos de Menem” o “son iguales de corruptos que los otros”. Porque necesitan encontrar el defecto, si no lo encontrasen se tendrían que definir y eso acarrea mucha responsabilidad amigos.

Y miren qué este comportamiento no obedece al nivel intelectual o religiosos ¡eh! Existen intelectuales como escritores o artistas de altísima calidad que coinciden en este discurso burgués. Este comportamiento, más bien, es común denominador de la clase acomodada. La clase baja, en cambio, no le interesa ese “pero”, porque no puede, no tiene tiempo para pequeñeces porque hay que llenar la olla, llegar al infinito fin de mes, trabajar, mandar los pibes a la escuela. Entonces, a sabiendas o no, se juegan. Se conforman.

No pueden darse el lujo de adoptar el “pero”como discurso, porque ese pero obstruye la asignación universal para que su hijo vaya a la escuela. Ese pero evita que peones rurales que nunca tuvieron aportes, hoy puedan estar jubilados. El burgués puede porque no necesita nada del estado, entonces lo critica aun cuando sea el mejor gobierno de la historia. Aun cuando se distancien de Menem. Aun cuando las retenciones a la soja desaparezcan.

El burgués jamás en su vida se va a definir por un gobierno popular, porque es esclavo del “pero” y la comodidad, que quizás sea lo mismo. Y ojo que no estoy hablando de un fanatismo ciego hacia el gobierno. Simplemente apoyar decisiones razonables con las que nos sentimos identificados, dejando razonablemente de lado, aquellas con las cuales no, pero de seguro tirando todos para el mismo lado.

Pero el burgués, comido y cómodo en su casa leyendo un libro a la luz de la estufa hogar una tarde de gris invierno, con mucha cautela, prefiere la crítica. A él no lo embaucan.

En cambio, los de la clase media baja tenemos tantos defectos, que nos asusta la sola idea de enumerarlos: el egoísmo, por ejemplo, es uno de los cuales espero algún día poder liberarme por completo. Otro de mis grandes defectos: los prejuicios, podría escribir un libro con todos mis prejuicios. Son tantos mis “peros”.

Un niño de una familia acomodada desde niño ya comienza, sin saber, a formar su carácter. Le regalan para su cumpleaños la pelota del último mundial y dirá algo así como: gracias, “pero” yo quería un auto a control remoto, porque en realidad lo quería. Igualmente jugará con la pelota hasta que finalmente, de alguna u otra manera se termina haciendo del autito.

El niño de una familia desacomodada, si le regalan la última pelota del mundial, será tanta su algarabía, dará tantos gracias que perderá la cuenta. No conoce el “pero”.

De adolescente, el acomodado querrá la universidad que sus acomodados amigos escojan. Su padre le dirá que va a ir a la universidad del estado y este dirá algo así como: “pero” yo quiero ir a la que van mis amigos. Hasta que se sale con la suya.

El adolescente económicamente incompleto, si quiere estudiar y sus padres se lo permiten, estará tan contento como la vez que le regalaron la pelota del mundial.

Y de adultos ya: el acomodado dirá buen gobierno “pero”. Y he aquí un problemon, porque ya no se trata de cambiar la pelota o la Universidad que le gusta. Es un Gobierno carajo.

En cambio el luchador incansable, el que continúa sin acomodarse, el que se levanta a trabajar con sus manos, “la fuerza de trabajo” dirá: este gobierno ha dado mucho al pueblo y por eso lo banco, no me importan los “peros”.

Entonces estoy en condiciones de pensar que dentro del discurso burgués, existen dos tipos de burgueses: los que realmente no ven bien que un gobierno tenga defectos, aun cuando tenga más virtudes que defectos. Porque para ellos la ética está ante y por sobre todo. Lo que me parece bien, siempre y cuando la prueba esté en que “su forma de actuar en la vida coincida con lo que dicen”. Me temo que son los menos (ven, ya estoy prejuzgando).

Y por otro lado, la peor calaña, el hipócrita burgués: el que se enfada por que el gobierno subsidia haraganes, pero evade impuestos y jamás de los jamases le daría trabajo a una persona mal vestida, con agujeros en sus ropas, de aspecto cansino y descuidado o que vive en una villa. Es decir: que su forma de actuar en la vida no coincide con lo que dice: Biolcati (nuevamente prejuzgando, pero así soy yo, defectuoso, resentido con sentido).

Entiéndase este ensayo como una crítica a mi histérica sociedad mas que una defensa al gobierno de turno, ya que éste se defiende solo, y lo hace muy bien por cierto, y créanme que no tanto por su capacidad de defensa, sino mas bien por la incapacidad de sus opositores, a excepción de Hermes Binner, a la hora de plantear un proyecto alternativo.

Lo que trato aquí es de encontrar repuestas a las preguntas que nos hacemos acerca de las personas con quienes compartimos este país, personas que seguirán aquí cuando este gobierno haya pasado. Personas que seguramente serian opositores de Binner si este sería el presidente. Personas que no logran exponer claramente sus discursos y me confunden, me quitan el sueño con sus clavos en mi almohada, me salan la tierra que beso cada mañana. Hablando de amor cuando jamás lo han sentido. Hablando de política cuando jamás se han detenido a pensar minuciosa y seriamente la misma.

En fin, la histeria que colma nuestras vidas.

martes, 20 de septiembre de 2011

Lo que sabemos

Personalmente no puedo pasar por el mundo sin entender algunas cosas y emitir mis opiniones sobre tales cosas, procurando deducirlas, y sobre todo cuando es de tan alto nivel delictivo, y cuando, además, hay políticos inmersos.

Las cárceles argentinas atestan de personas privadas de su libertad física, presos o reclusos para el común de la gente. Aquellos que no tienen el suficiente dinero para pagar un buen abogado y librarse del delito menor que sean que hallan cometido.

Pero todo aquel que tenga el dinero necesario para comprar los honorarios de un abogado como Cúneo Libarona puede dormir tranquilo. Enserio: puede salir de un puterío con una pendeja de 17, subirse a su auto alemán y correr las calles céntricas a 120 kilómetros por hora, llevar medio kilo de cocaína en la guantera, al lado de la 45, cruzar un semáforo en rojo, chocar y matar a un transeúnte además de su propia acompañante; que caiga la poli y éste, totalmente alcoholizado, le vomite las pilchas, todo esto sin carné y con el seguro vencido.

Ahora, si no tienes dinero, si además cometiste el grave error u horror de haber nacido morocho, llevar campera con capucha, no tener trabajo, o peor aún, un trabajo socialmente no reconocido, no llevar ropas sanas y elegantes; sin importar que nunca le hayas jodido la vida a nadie, pues entonces las probabilidades de zafar de la cárcel, en caso de ser sospechoso, quedan reducidas a la libre y mera interpretación de la justicia. Pero no del Derecho, que suele decirnos hasta el hartazgo que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Pero quizás para la justicia un pobre no es persona y, por lo tanto, no lo ampara el principio de inocencia del cual sí se beneficio Carlos Menem (ex Presidente), Emir Yoma (ex asesor), Oscar Camilión (ex ministro de defensa) y otros 14 “ex” mas hasta que antes de ayer la magnánima justicia argentina los absolvió de todos los cargos que fueron acusados por el dudoso proceder a mediados de la década del 90.

Pero lo que poderosamente me indigna de esto es que se comprobó que efectivamente se envió mas de 6.500 Kg. de material bélico (armas y municiones de todo tipo) a dos países que se encontraban en guerra por aquel entonces (1991-95), donde había una restricción de naciones unidas para que estos no recibieran material armamentístico.

Un destino era Croacia, país que se hallaba en guerra de independencia contra la ex-Yugoslavia, disputa conocida como la guerra de los Balcanes y donde se cometieron graves violaciones a los derechos humanos, miles de mujeres violadas y embarazadas por soldados serbios, y todo esto hace menos de 20 años.

El otro destino fue Ecuador, quien se encontraba en conflicto con Perú por cuestiones limítrofes sobre la Amazonia, el mismo que duro hasta bien entrado el año 1997.

Estuve esperando este fallo largo rato, sin necesariamente dejar de “vivir” en ese proceso, pero cuando leía algo en los diarios referido al tema hacía principal hincapié en ello, siempre alarmante. Estoy seguro que no soy el único al que esto le concierne. Este interés me ha llevado a compartir lo que pienso porque lo necesito. Porque indefectiblemente “sé algo”, que ayer no sabía. Que pude haber intuido, pero sin pruebas, hoy las tengo.

Sobre esto quiero hablar, sobre lo que sabemos. He aquí la pregunta animal: ¿qué hacemos con lo que sabemos? Hace unos años atrás cuando todavía no estábamos completamente sumergidos en la era de la comunicación e información era de esperar que no nos revelemos, que no exijamos cosas, que no incendiemos el congreso, porque no sabíamos. Hoy si. Hoy, un usuario común de Internet tiene acceso a información de altísima calidad, sabemos un montón de cosas que antes no se sabían. Hoy sabemos en un ápice lo que esta ocurriendo en las calles de Roma, con imágenes satelitales en vivo. WikiLeaks es un vivo ejemplo de lo que digo, ha brindado información con sobradas pruebas al mundo entero acerca de quiénes son los malos y por qué son malos, acerca de esos que teníamos sospechas, conjeturas, pero difícilmente pruebas. Está perfecto, me pone realmente contento que sirva para eso. Pero la pregunta que no puedo evitar hacerme una y otra vez en mi cabeza, la pregunta que me acosa constantemente es: ¿Qué hacemos con lo que sabemos? ¿Cómo podemos continuar una vida normal con todo esto que sabemos? ¿Cómo puedo ir a una iglesia luego de lo que sé acerca de ella? ¿Cómo podemos levantarnos cada mañana para ir a un trabajo donde los principios que uno posee, tienen que ser relegados?

¿Como podemos comprar y leer el diario clarín con todo lo que sabemos acerca de su dueña? Y no estoy haciendo proselitismo político, estoy hablando del comportamiento inentendible de personas dentro de una sociedad que saben lo que saben y les importa tres carajos, y son muchos, que hace algunos años atrás se los podría haber cuestionado por desinformados, pero hoy ya no, hoy me animo acusarlos de inconmovibles, adictos a la morfina que poco a poco nos adormece. No quiero que voten a Cristina Fernandez, quiero que seamos responsables con un medio que cuando Cristina ya no este, seguramente valla a continuar.

Realmente espero que se entienda lo que estoy proponiendo, ya que no es mi intención hacer propaganda política.

Hoy sabemos que el planeta agoniza, podemos observar a través de páginas de Internet constantemente actualizadas, las manchas de polución. Sabemos que le hemos robado porciones gigantescas de tierras a nuestros originarios, y que hoy son grandes estancias de reconocidos hacendados. Estamos viendo a sabiendas nuestra cuenta regresiva como especie humana y qué hacemos con lo que sabemos.

Hoy se que Menem anda libre, y también se que Menem es culpable. Hoy se que perejiles se comen meses y hasta años en cana por fumar marihuana. Por robar una zapatillas, un celular, o una gallina vas preso y vas a compartir pabellón con violadores de la peor estirpe, asesinos irrecuperables que ni siquiera mataron por amor, que degollan a una persona con la misma inmutabilidad que un cazador lo hace con su presa.

No quiero politizar el fallo hacia Menem porque realmente no creo que esto haya que politizarlo. Porque este hombre es lisa y llanamente un delincuente de la peor calaña, que arruino un país. Que llevó, indirectamente, a la muerte de muchos ciudadanos: que primero los dejó sin trabajo, que luego los enfermó; que expulsó a sus hijos del país, que los hizo pasar hambre, que extrañaron hasta las lágrimas a su patria y a sus familias, que originó disputas familiares donde nunca las hubo, que nos embruteció, que nos enseñó a odiar. Que hoy quieren acercarlo al Kirchnerismo para de esa forma manchar un gobierno que algún otro día analizare, porque prometí no hacer apología.

Sabemos que los canas roban y matan personas inocentes, los curas violan niños indefensos. Los ejércitos en guerras matan a niños definitivamente inocentes; las clases medias que quieren ser altas odian los niños y los quieren presos aun siendo menores, aun siendo inocentes. Los ingleses continúan pidiendo en su himno que “Dios salve a su reina” mientras que su majestad les exprime los bolsillos, los expulsa de sus trabajos y los reprime cuando estos se manifiestan. La clase alta es la mayor ladrona (y no evasora) de impuestos en el mundo entero. La crisis en EE.UU ha sido amortiguada con dinero proveniente del narcotráfico y la trata de personas. En las cajas fuertes de los bancos duermen joyas que han costado sangre humana. Y la lista de cosas que sabemos, al igual que el universo y la estupidez humana, sería infinita, pero de nada serviría porque igualmente no sabríamos qué hacer con ello. A lo sumo enviamos esos pensamientos que nos abruman a una parte del inconciente para que allí descansen y no molesten, una especie de papelera de reciclaje que nos permite continuar con nuestras vidas sin revelarnos. Completamente anestesiados.

Hoy sabemos, pero: “qué hacemos con lo que sabemos”.


Facundo Riera


Tus canciones, dijo él,

No se entienden y complican más sin alterar

Un mundo que no va a cambiar

Lo mire y le contesté

Que yo escribo en el aire que no puedo hallar

Que no nos dejan respirar

“Bajo el agua” (Shaila)

jueves, 11 de agosto de 2011

Quiero ser responsable

Honestamente, hay maneras de razonar ciertos temas, que no entiendo. Es algo raro esto que me pasa a la hora de ponerme a escribir sobre temas de los que no soy un especialista (nada más lejos de hecho, no me especializo en nada), pero hay actitudes que me empujan a hacerlo y elijo hacerlo gráficamente. Porque si expreso lo que pienso, dialogándolo con personas de cualquier ámbito, clase social, edades o lo que sea, termino más confundido, mas indignado e incluso hasta decepcionado. Tal ves, por este medio, y creo que por esto lo elijo, no me encuentro con respuestas poco razonables o como se puede decir vulgarmente “respuestas rebuscadas”, para justificar lo injustificable.

Ahora sí, después de esta pedante introducción, me voy a referir al título de esta nota.

¿En que Era estamos? ¿En la “Era de la comunicación”? ¿O ya pasó y no me di cuenta? Va todo muy rápido y nunca me caractericé por ser veloz en nada. Tengo que ser honesto y decir que no lo se, y no voy a averiguarlo, me da lo mismo.

En estos tiempos en que estamos comunicados y al tanto de todo, al instante que suceden las cosas, las redes sociales se han convertido en una herramienta más que tenemos como medio de comunicación masivo…a esta altura, masivo. Y eso es muy bueno, porque se expresan muchos puntos de vista, de distintos temas y de miles de personas, de individuos, de ciudadanos comunes y corrientes, de distinta escala social, como vos y yo. En donde no existen los puntos de vista intencionales o tendenciosos por corporaciones privadas o por programas de TV oficialistas, no. Yo creo que en las redes sociales, uno escribe o publica lo que siente en ese momento; subimos fotos, lo que le paso el día anterior, lo que tiene pensado hacer mañana, felicitar a alguien por algo, saludar a gente en su cumpleaños y más de estas cosas que son, hasta ahí, irrelevantes pero entretenidas.

El que esta de moda, el que uso y al que me voy a referir (ya se habrán dado cuenta) es el mismísimo “Facebook”. Pero quiero dejar de lado el gran abanico de publicaciones y acciones que se pueden hacer y detenerme en el lado político que muchos usuarios de esta red dejan de manifiesto.

Las personas que me conocen estarán pensando “¿de política, quiere hablar este?” “Este “facho” o “milico” no puede expresarse de política, justamente el, nooo…”.

Jaja…Si. Así es. Hice las paces con esta democracia recién nacida, deje de lado muchos prejuicios y mi entorno me ayudo a empezar a abrir un poco mi cabeza, a tratar de ser objetivo. Estoy en esa transición que, para mí, no es nada fácil. Pero no me quedo otra, no podía ser un retrogrado toda la vida y menos aún, teniendo una hija de 10 años.

Quiero lo mejor para ella y su generación, y entiendo que mi generación está viviendo un cambio que puede marcar su futuro, para bien o para retroceder y cometer los mismos errores, que mis padres (y los tuyos) no lograron ver.”Uno no se mete en política, la política decididamente, se mete en uno”. Frase que cito un amigo y que es más que interesante.

Todos, de alguna manera, estamos ligados a la política, y siento que debo ser muy responsable de formar parte “pasiva” de ella, como votante.

Volviendo a la red social que hice mención, he visto con cierto desagrado, una publicación que dice, textualmente, así:

“ Vas a tener relaciones? El Gobierno te da los forros.
Ya las tuviste? Te dan la píldora del día después.
Tuviste al niño? Te regalan $180 por chico.
No te gusta trabajar? Te dan algún plan de subsistencia a cambio de un
voto. AHORA SI QUERÉS PROBAR CON ESTUDIAR, TRABAJAR, PRODUCIR, EL GOBIERNO TE SUBE LOS IMPUESTOS PARA PAGAR LO ANTERIOR!
Pónelo en tu muro si estás cansado de todo esto. Dejen de criar vagos.”

Da para pensar ¿no? Aclaremos algo antes de arrancar: no soy Kichnerista, oficialista, K, ni nada que me lleve a ningún extremo. Simplemente, trato de ser objetivo y responsable. Responsable.

Como este tipo de publicaciones no las entiendo, me empiezan a brotar ciertas preguntas.

¿Esta mal que el Estado provea u ofrezca preservativos a los hombres que pretenden cuidarse de enfermedades venéreas o incluso, prevenir embarazos no deseados, a la hora de tener relaciones casuales? Porque si, doña, existen y siempre existieron las “relaciones casuales” o encamadas, como a usted le guste. Esto golpea y muy fuerte a las clases sociales mas relegadas. Por la falta de educación, información y por el elevado grado de ignorancia, a la que los sometieron algunos gobiernos pasados que pretendían, anhelaban y hasta necesitaban una sociedad ignorante. Pero no, yo debo ser responsable y por eso quiero que con dinero de mis impuestos “les regalen forros a estos vagos” y de paso, les expliquen como usarlos y que función cumplen. Me parece correcto.

Pero ¿qué pasa? Las personas de clase baja, muy baja y, a veces, no tan bajas (ojo), que no son consientes de algunas consecuencias, se deben someter a la famosa “pastilla del día después”. A la mujer que se compra la pastilla del día después en Farmacity, no se la señala. Pero a la adolescente, que no tiene recursos, que no tiene conciencia, que no tiene idea de lo que es una relación sexual y su padrastro la violo, o su noviecito la forzó por primera vez, resulta ser que esta queriendo traer al mundo, un hijo para hacerse de ¿$180? O mejor aún, que sean dos y que se lleve $360.Las personas que tenemos la bendición de tener un hijo o simplemente las personas que tienen 2 dedos de frente, saben a la perfección que no es negocio buscar un hijo para que el estado te tire una migaja. No lo podes mantener con ese dinero. Yo, y esto es una opinión muy personal, creo que ese dinero es una forma de pedir disculpas: "Sepan disculparnos, como sociedad, por no velar por su formación e información, por no enseñarles Educación Sexual en las escuelas durante tanto tiempo, por no estar presentes como ciudadano y exigirle al estado que se plante ante la iglesia, mucho tiempo antes y permita llevar adelante, medidas de prevención, desde la escuela primaria, en ves de atrasar". Si, dije atrasar, creo en Dios, a veces le rezo y me la paso pidiéndole cosas pero la Iglesia atrasa. Mis disculpas si alguien se siente ofendido. Estas “vagas que se llenan de hijos para hacer negocio” son, y lo repito, consecuencia, y ninguno de nosotros deja de ser responsable, como sociedad y/o como gobierno.

Lo oración que sigue, en esa publicación que anda dando vueltas es, “no te gusta trabajar?”, te dan algún plan de subsistencia por un voto”. Si, existen. Es un hecho que existe gente así, pero seria reiterativo volver a decirles quienes somos los responsables. Preferiría detenerme y preguntarme, ¿será tan así? A veces dudo un poco. ¿Sabes lo que me hace dudar? Te cuento rápido, porque creo que me estoy poniendo denso: Tengo la suerte de estar al frente de un negocio que vende materiales para la construcción y estoy algo cansado de que todos los días, me caiga “un negro de mierda”¿ beneficiado?, seguramente, con algún plan, a pedir trabajo o para que lo recomiende en alguna obra en construcción, y así poder hacer una changa para cenar a la noche, con sus 6 “hijos/plan del estado” ($180x6=$1080). No me cierra el tema, pero confío en que, si te detenes a pensar, podes sacar tus conclusiones, de manera, un poco más responsable a la que te quieren vender. Quisiera yo saber, el porcentaje de “haraganes” que hay en las Cámaras de Diputados y Senadores, en las decenas de Secretarias, Gabinetes, Municipios, Sindicalistas etc, etc, etc, y a estos, poder compararlos con la cantidad de “negros haraganes” que hay en cualquier barrio carenciado de tu ciudad. Te podes llegar a sorprender de los resultados.

Lo que sigue en la publicación “SI QUERES ESTUDIAR…”, (lean arriba, me canse de escribir y tengo sueño), en algo, aunque parezca mentira, estoy totalmente de acuerdo.

Los impuestos son altos. A mi criterio, son altos. Tal ves si los comparamos con otros países como Inglaterra o EEUU, no son tan altos, pero estos “ejemplos” a seguir, ya no son parámetro de nada. Sus economías se caen mas rápido que la tanga de Juanita Viale ( ja..quería poner eso en alguna parte).

Y culmina con, “pónelo en tu muro, si estas cansado de todo esto. Dejen de criar vagos”. ¡Aja! Yo me pregunto ahora, ¿que alternativa me das? ¿Acaso estas seguro de que Macri o De Narváez y sus secuaces bajarían los impuestos? A mi no me parece. Es más, me animaría a decirte que me los subirían y, estando en el poder, se los repartirían entre sus empresarios amigos. ¿O ya nos olvidamos como se repartía el dinero de los impuestos que pagaba tu viejo, en la década del 90?

¿Realmente crees que Lilita Carrio puede cumplir con lo que promete? Me gustaría que pruebe, al menos una de las tantas denuncias que ha hecho y no que se las lleve el viento.

¿Es una alternativa de conducción nacional, una persona que solo lo avala el apellido? Honestamente, no lo vi gobernar a Raúl, así que no puedo opinar, pero les aseguro que lo conozco más que a Ricardo (h) Alfonsín.

Llamo a la reflexión, a todos aquellos que tenemos la obligación de ir a votar, que lo hagamos de manera responsable, ya no solo tenemos que hacerlo por nosotros mismos. Me da miedo que la historia se repita y que mi hija, a los 24, 25 o 27 años, se encuentre lavando copas en algún restaurante del viejo continente.

Toto Arellano.

sábado, 30 de julio de 2011

"Reflexiones de un inconciente desvelado"

No sabemos como empezar y esto mismo ya es el comienzo. El desconocimiento no es sinónimo de irrealidad; no saber algo puede a lo sumo significar, que no sabemos que lo sabemos. No importa cuánto apartemos la vista, las cosas no dejan por eso de existir.

Vivimos con la ilusión de que comandamos nuestro discurso. Somos los amos y señores de nuestro propio universo interior y no existe nada que pueda entorpecer el camino de un hombre con convicción. “Yo soy” es el principio de un sinfín de enunciados, todos destinados a reasegurar nuestra posición en el mundo. La postura de quien se cree parado en tierra firme se reduce, en última instancia, a lo que en esencia es…una postura.

La seguridad absoluta es el pedestal sobre el que se monta la arrogancia, no podemos más que ensayar respuestas, de nada nos sirve la firmeza ni el razonamiento lógico cuando de la vida se trata.

Jaques Lacan ya lo decía en uno de sus seminarios, “no se trata de comprender, se trata de concebir”. Es aquí otra dimensión de entendimiento la que propone el autor, una basada precisamente en la contradicción; se comprende en la medida en que se deja de pretender comprender.

Las estructuras mentales, tan bien alimentadas por patrones socio-culturales, se muestran renuentes a este precepto. Una especie de instinto lógico parece surgir ante cada circunstancia. Creemos tener todo resuelto, incluso antes de haber entrado en real contacto con nada. Vivimos precipitando juicios y condenas, todo nuestro entorno esta ya etiquetado de ante mano porque no soportamos vivir con la duda. Nos aterroriza pensar que puede haber algo ahí afuera que no sepamos nombrar, que no se deje ubicar en una categoría, y que en cualquier momento, y sin previo aviso, pueda aproximársenos y envolvernos en su torbellino de vaguedad.

Amantes de los contornos bien delimitados, porque se siente mas seguro, porque así ya no tenemos que ponernos a pensar que haríamos sin ellos, tanto más fácil nos resulta andar por caminos ya marcados, movernos en el mar solo hasta donde los andariveles lo indiquen.

Experimentar solo las sensaciones que, se supone, corresponden a cada evento…Podría armarse un manual, una especie de extenso reglamento donde se especifique todo los susceptible a ser vivido, en que contexto y con qué ánimos. Podemos mofarnos cuanto queramos de estas reglas, podemos incluso hacer como si no existiesen y aun así, seguirían existiendo.

Porque no se trata aquí de caer en los idealismos vanos, de creer que puede existir un mundo poblado por humanos, en donde todas las normas del aparentar no apliquen, no tengan vigencia. Se trata esencialmente, de partir de bases realistas que permitan una superación espiritual genuina. No intentar comprender, hacer a un lado la utopía de que se puede vivir al margen, e intentar mas bien trascender los juicios, atravesándolos, concibiendo su estructura interna, tomando de ellos lo que tengan de reciclable y trabajar en una elaboración propia, consciente y superadora.

Andrea Basile

sábado, 16 de julio de 2011

Mi puta tibieza


Seguramente esta imagen duela más cuando termine de contarles. Esta foto pertenece a Kevin Carter, un fotógrafo sudafricano que justamente gano el premio Pulitzer con esta foto que muestra a una desnutrida niña a punto de ser devorada por un cuervo. A él le pareció más importante mostrar al mundo la cruda realidad de África que ayudar a esa niña. Qué si lo hacía con ella también lo tenía que hacer con miles de otros que corrían la misma suerte. Fue cuestionado y juzgado por todo el mundo reportero y no tanto. Quienes lo conocieron aseguran que Carter nunca más volvió a ser el mismo luego de esa fotografía y valla que así lo fue: catorce meses después, Carter, se suicida inhalando el monóxido de carbono emitido por su automóvil mediante una manguera conectada al caño de escape.

No soy Dios, ni deseo serlo, para juzgar a este hombre, pero sí me da el pie para hablar acerca de las consecuencias que suelen traer aparejadas, el no meterse.

Hace un tiempo se dio un cambio muy, pero muy, grande en este país: que la presidenta sea eso mismo, presidenta y ya no presidente fue el primero de los pasos para un posible cambio. La muerte del ex presidente como refuerzo y presagio para dicho cambio, también. El cuestionamiento hacia los medios de comunicación fue otro, que Mirtha Legrand esté fuera de los medios, también. Que Passarella (actual presidente de River) le haya pedido la renuncia al presidente, desde hace más de 30 años, de la AFA, también. Que River se haya ido a la B, también. Que los países de Sudamérica tengamos las economías más estables del mundo, también.

(Quizás parezca gracioso que ponga en la lista de cambios, a River, a Mirtha, a Passarella, Grondona, pero suelo ver en “latele” y en el fútbol síntomas reflejos de cómo anda una sociedad, o más bien un país)

Creíamos el cambio, ya no era solo una sensación, era el olor, las ideas y las políticas hechas carne. Y muchos así lo veíamos.

Entonces seguí buscando en mí cabeza cuales pueden haber sido el o los errores de tan marcada diferencia en la derrota de Filmus y llegue a la siguiente conclusión: Mi puta tibieza, (ojo: no indiferencia). Mi templanza y la de millones do otros como yo que no tienen los cojones para definirse a favor de alguien y hacer algo para que ese alguien triunfe y de esa forma triunfemos. De muchos otros como yo que prefieren la tibieza a decir “me equivoque”. Claro: porque siendo tibio, en el caso de que Filmus se mande alguna puedo, igualmente, quedar bien parado y salir a buscar otro. Porque podría escribir haciéndome el pelotudo, como otras veces, en contra de Macri, pero hoy prefiero escribir a favor del Frente para la Victoria, prefiero quedar estigmatizado como Kirchnerista antes que un tibio cagón que pretende caer siempre bien parado en la siempre cómoda vereda del anti macrismo.

Porque si, porque me han dados motivos más que suficientes para poder desentrañar diferencias entre Pino Solanas y Cristina Fernandez.

Porque además tengo 28 años y sé que la política no siempre es tan pura como nos gustaría, como así también sé que la demagogia va de su mano. Y esto no me desilusiona, porque a diferencia de la iglesia siempre lo supe, jamás nos dijeron que la iglesia suele ser sucia pero sí la política. Entonces no tengo problemas en definirme a favor de quien creo “no lo menos peor”, sino “lo mejor” para este país y para este mundo donde pocos países han tomado conciencia del cambio que se ha dado a nivel global. No estoy hablando solamente del cambio climático, sino de los cambios en las economías. Argentina es uno de los pocos países que ha tomado conciencia de esto, de cómo debemos bien aprovechar los recursos naturales y económicos, renovables y no renovables.

Miremos Europa y veremos como todavía existen políticos imponiendo trogloditas políticas económicas que no se ajustan con la realidad.

Recuerdan qué fue lo que dijo Cristina, hace unos días, cuando anuncio a su futuro vicepresidente Amado Boudou: Dijo algo que paso desapercibido pero no para mí, dijo que Boudou es uno de los pocos que ha sabido interpretar este cambio. Inteligente hasta la médula mi presidenta.

Entonces si queremos profundizar este cambio para que ya no haya lugar a ningún Macri, metámonos, como sea, hablemos, expliquemos, desenmascarémoslos.

Por otro lado, creo, que el mundo está cambiando, hay una especie de revolución y hay que aprovecharla, ya no hay lugar para Duhalde, para Grondona, para Mirtha Legrand, para Cavallo, para Macri. Las plazas de España, Portugal y Grecia están repletas de indignados, los chilenos quieren una reforma educativa, los países árabes ya comenzaron sus rebeliones. EE.UU. ya no nos miente, porque no puede, lo único que le queda es su poderío porque la razón la perdieron hace rato, lo desenmascaramos.

Prometí no hablar mal de Macri pero a la mierda con esa imprudente idea porque quiero contar algo: Muchas veces para explicar, sin explicar, lo nefasto que es Macri, solemos recurrir a la frase “Macri es Menem” y yo quiero contar porque no creo que Macri sea igual a Menem, sino netamente superior. No solo porque Menem es pasado y Macri futuro, sino porque Menem en la década del 90 no era otra cosa que un lacayo del Rey, una persona proveniente de una familia humilde que tuvo la posibilidad de estudiar gracias a las políticas peronistas que le dieron este derecho a otras esferas sociales, el nene creció, olvido sus raíces, sus ideas y se transformo en el cipayo necesario de las grandes corporaciones multinacionales que ya habían pactado el saqueo del país con Menem como “su empleado”, y entendamos bien esto: Menem= empleado. Fíjense, los años han pasado y el poder de este hombre se ha diluido, ¿porque? Porque nunca lo tuvo, porque el poder siempre fue de sus patrones (que a lo sumo le han otorgado inmunidad para que no valla preso), el empleado no posee poder, el poder es del patrón. Y es justamente eso lo que es Macri: patrón. No recibe sueldo, posee ganancias, dividendos, lucro, inversiones. Se sienta en la mesa, como par, con quienes fueron patrones de Menem. Es más, me animo a gritar que Franco Macri fue uno de los patrones de Menem.

Cuando a Menem su padre le decía que tenía que trabajar duro para llegar a ser presidente de una empresa; a Mauricio, su padre le recomendaba que tenía que ser dueño de la misma.

Por eso estimados, ya no hay lugar para terceras posiciones, nos tenemos que decidir, la tibieza es un lujo que no nos vamos a poder dar. Hasta las pelotas con Filmus, hasta la barbas con Cristina. Porque cuando estemos nadando en mierda vamos a recordar con vehemencia lo que pudimos hacer y no lo hicimos.

En mi memoria guardo dos momentos en los que me auto cuestione ser tibio y no un ferviente kirschnerista,

La primera vez, cuando vi el libro de Luis Majul, El Dueño, acerca de (o más bien, en contra de) Néstor Kirchner, fue en una sala de estar de una oficina de un “arbolito”, en el micro centro porteño, único libro entre una decena de revistas “Noticias” y “Caras”. Para el que no sepa, en la jerga del pirata, arbolito es aquel que se dedica a comprar y vender dólares sin declaración impositiva. Esos que se paran en las puertas de las galerías sobre la calle Florida, y solapadamente pronuncian la palabra “cambio”. Actividad prohibida por la ley. (quiero decir en mi defensa, que me encontraba allí por compromiso meramente laboral y no por gusto propio)

La segunda, fue cuando vi el mismo libro sobre el torpedo de una pick up 4x4 sino nave espacial, justo al costado de una calco de una cabeza de hereford que, seguramente, debe haber tenido.

La tercera podría haber sido en la mesa de luz de Martínez de Hoz o de Menéndez. Pero me ahorro el mal paso.

Estos son los sectores que han tocado Cristina y Néstor. Y al haber tocado esos intereses, los jóvenes, y los ya no tanto, hemos sabido abandonar el limbo, hemos visto que ya no eran solamente palabras, sino actos. Dejamos de jugar escondidas para ir a ver lo que pasaba. Y adivinen qué, se nos hablo de forma tal que lo pudiésemos entender, se nos pregunto, se nos escucho, se nos mostró. En fin: se nos incluyo como lo hicieron con los jubilados, los gay, las mujeres, los trabajadores y por sobre todo: los niños, si, al fin alguien se acordó de ellos que nada tienen que ver en las malas políticas de los adultos.

Es por eso que absolutamente nadie puede negar que no sea un sistema inclusivo. Perdón, me rectifico, hay un sector que sí puede decir que este Gobierno no es inclusivo: la oposición, aquellos que justamente tuvieron, tienen y tendrán planes sistémicos exclusivos. Ellos si se pueden quejar y de hecho lo hacen. Ahora bien, yo le preguntaría a esos sectores qué van a hacer si alguna vez llegan al poder. Es decir, qué van a hacer con todos aquellos que hoy nos sentimos incluidos. Ni más ni menos que la suma de minorías que hoy somos mayoría. ¿Que van a hacer con nosotros? ¿Cómo van a hacer para acallarnos? Creen que después de esto nos vamos a volver a meter en nuestras caparazones para dejarle el país a los Duhalde, a los Macri. Porque si creen eso, no han leído historia mis estimados. Esto es el comienzo de un despertar, el amanecer de la igualdad.

Tengan miedo, por supuesto que tengan miedo todos aquellos que tengan el culo sucio, porque vamos por ustedes. Porque somos ángeles entre demonios exigiendo justicia social. Gusanos que nos introducimos donde más les duele, en sus bolsillos. Que le quitamos el sueño con solo susurrarles al oído dos palabritas: “reforma agraria”. Suden autócratas porque he aquí un ejército de bien intencionados ciudadanos que de una buena vez quieren un país para todos.

Ciudadanos que despertamos del letargo cuando Néstor ordeno al jefe del ejército que bajase los cuadros del primer y último dictador de la Junta. Porque nos encanto ver que se enjuiciaran a viejos asesinos, y ya no se los idolatrara. Y así hacer de nuestro peor defecto, nuestra mejor virtud.

Porque hicieron buenas migas con Lula, Chávez, Morales y Correa, y ya no con Bush. Porque le dieron al homo los mismos derechos que al hetero.

Porque sumaron a las minorías y ya no las restaron.

Porque por cada niño que vuelve a la escuela, nace una flor en algún lugar de mi ser

Porque pusieron en tela de juicio al sector que siempre opero en contra del país.

Porque fueron consecuentes con el campo y ya no obsecuentes.

Porque en el fondo sigo siendo un niño que requiere de héroes.

Porque la mesa donde se sientan los líderes de América ya no tiene más cabecera, ahora es redonda como la boina del Che.

Porque el ALCA significaba atraso, y la UNASUR futuro.

Porque ellos hablan de inseguridad y nosotros con mucha seguridad.

Porque hay miles de obras públicas que todos podemos ver.

Porque nos sentimos entera o medianamente representados por primera vez en nuestras enteras o medianamente vidas.

Porque vimos el infierno y no nos olvidamos.

Porque queremos igualdad, aún, en detrimento de nuestra capacidad adquisitiva.

Porque ellos hablan de crisis, cuando en realidad repudian los costes de financiar a la clase baja.

Porque la mujer, hondamente perceptiva, es luna creciente y ya no menguante.

“Es la foto más importante de mi carrera pero no estoy orgulloso de ella, no quiero ni verla, la odio. Todavía estoy arrepentido de no haber ayudado a la niña” (Kevin Carter)

Facundo Riera

jueves, 23 de junio de 2011

Alugas cosas sobre "la persona de izquierda" y "la persona de derecha"


Hace unos días leí en un diario que, si mal no recuerdo, en todas las épocas el trasgresor es y ha sido un enigma. Es decir, porqué alguien común y corriente se anima a cuestionar el orden establecido, aún conociendo las posibles represalias. Y la respuesta a ciencia exacta no existe, pero hay quienes sostienen que, generalmente, se trata de una marcada diferencia de lo aprendido de niño (lo que se nos ha enseñado de niño), y lo que finalmente se experimenta en la vida adulta. Y continuaba diciendo que eso nos pasa, en mayor o menor mediada, a todos y para resolverlo suelen estar los psicoanalistas.

Siempre digo, y lo recomiendo, que escribir lo que sea que a uno le ande dando vueltas en la cabeza hace muy bien. Es más, creo que esta práctica es una forma catártica de hacer terapia para mí. Caso contrario debería cambiar mi compu por un “chumbo” y al mejor estilo Michael Douglas en “Día de Furia” salir a las calles a imponer mi verdad. Para que el niño, prontamente hombre, advierta de una buena vez que la derecha y la izquierda ya no son solamente puntos extremos que condicionan una dirección. Es más que eso, una forma de pensar, una corriente filosófica de vida, ahora venida a flamante elección. Y cuanto antes suceda esto será mejor para él, o quizás no, sea esto mismo lo que haga despertar al león dormido que cada uno llevamos dentro.

Una vez dicho esto, aquí va mi catarsis terapéutica.

Acerca del pensamiento:

Es importante que comience hablando del origen del pensamiento del hombre de derecha. Porque aunque éste no lo sepa, el mismo radica en dos de los intelectuales que, según nos han dicho, hicieron de nuestro país un lugar mucho muy adelantado con respecto a nuestros vecinos.

El hombre de derecha, capaz de tonificar su cuerpo pero jamás su mente, exige orden. Lo que cree condición sine qua non para sobrevivir en un mundo que cree o prefiere creerlo justo. Donde sus iguales son personas con quienes debe competir para así tener que compartir lo menos posible.

El mundo es así, debe ser así, siempre ha sido así y por lo tanto debe continuar siendo así. Tal cual se lo dejaron sus padres y, por ende, inmodificable.

Estos son herederos del pensamiento europeizante de Sarmiento donde el primer mundo es ampliamente superior al tercero. Pensamiento que se nos intentó inculcar, muchas veces con éxito, por el máximo representante de la derecha en América Latina como lo fue Sarmiento, sobre todo en su obra cumbre “Facundo o civilización y barbarie”: donde la civilización, el adelanto, la cordura y el orden son cualidades pertenecientes a Europa; y la barbarie, el atraso, lo inestable, es Argentina. Entonces de apoco se nos fue nutriendo de una cultura para que pretendamos ser como Europa, se dejo de mirar a nuestros pares paraguayos, brasileros, peruanos, bolivianos para comenzar a maravillarnos con los ojos celestes de la cultura europea dominante. Bandera que muchos intelectuales enarbolaron, entre ellos Borges, con un poco más de eufemismo, pero exactamente la misma (lo siento borgeanos pero a mi también me duele y ya es hora de que nos quitemos las caretas).

Teníamos que ser colonia de las primeras potencias del mundo, ellos sabían lo que hacían, nosotros no. Éramos jóvenes e inmaduros como para ponernos al frente de nuestro propio futuro. Entonces, qué mejor que dejarle esta ardua tarea a las naciones imperialistas que se dedican a esto desde los siglos de los siglos. “Démosle la materia prima y ellos nos venderán el producto terminado”.

Hijos no reconocidos del pensamiento de Alberdi que pretendía poblar el territorio argentino, y para esto hizo famosa su tristemente celebre frase “gobernar es poblar”, pero no con cualquiera de las etnias, el poblar significaba hacerlo con ingleses, escoceses, noruegos, suecos. Pero para desazón de Alberdi los que llegaron al país no eran anglosajones ni eslavos, estos, como sabemos, fueron mayormente españoles e italianos de piel tan oscurecida como la mía que no sirvió para otra cosa que dejar a Alberdi en ridículo. Aunque tal vez no tanto, porque finalmente éste, primero, seguido de Sarmiento, luego hizo todo lo posible para que la cultura, el pensamiento y la educación que reine aquí fuese la que ellos querían. Es decir: se educó a personas de piel oscura con mente anglosajona, lo que permitió una gran falta de identidad nacional que hasta el día de hoy perdura. Cipayos mentales con la discriminación racial a flor de piel.

El hombre de izquierda, en cambio, busca anhelosamente la identidad nacional, golpea a las puertas y a los cerebros para poder ser escuchados, pretende a toda la región reunida en un solo grito de igualdad, aplaude a mano gastada la Unasur. Piensa por él y no por Sarmiento a quien rechaza profundamente por ser uno de los máximos enemigos que ha tenido el país. Si el precio de la civilización es el genocidio, pues entonces profesará la barbarie.

Este pensamiento, aunque parezca mentira, también abarca el fútbol:

El hombre de derecha es fanático de Messi, no solo porque el pibe la rompe, sino porque el lugar que elije para hacerlo es Europa. Argentina es un país atrasado y si aquí juega o no es circunstancial, lo importante es Europa y cómo nos haga quedar allí nuestro embajador que sin saberlo está siendo lo suficientemente civilizado que pretendía Sarmiento. Además, Messi no se equivoca y, por sobre todo, obedece. ¡Si papá Blatter!, ¡Como usted diga papá Blatter!

En cambio, y como seguramente ya lo supondrán, el hombre de izquierda se reconoce en Maradona, con todos sus defectos, con todos sus vicios, “con toda su barbarie”. A pesar que ya no juegue, el Bárbaro Diego aparece con algunas de sus tantas vicisitudes, para recordarnos cuán equivocado estaba Sarmiento al querer imponernos idiosincrasias ajenas. El mejor jugador del mundo de todos los tiempos del deporte mas popular del mundo se retira: llena un estadio completo y a sus fieles; niños y grandes, hombres y mujeres, les está por resumir su vida en una extraordinaria, pura y espontánea frase “Yo me equivoque y pagué, pero la pelota no se mancha”

En fin: todo está en su lugar, el bárbaro en argentina y el civilizado en Europa.

Acerca de la felicidad:

La felicidad es una palabra que desde que el tiempo es tiempo existen personas que no logran definirla acabadamente. Obviamente también desconozco dicha definición. Pero sí me animo a interpretar algunos matices que hacen a la misma.

Por ejemplo, para el hombre de derecha la felicidad consiste en un proyecto que no incluye a la sociedad, esta es únicamente individual; otras, abarca un reducido circulo de personas muy allegadas a éste. Pero el resto de la sociedad continua siendo ignorada. El dinero y los valores materiales juegan un rol predominante donde el estado de ánimo es directamente proporcional a este. Dejando excluido junto con la sociedad, a los valores espirituales; y que justamente serán recogidos por el hombre de izquierda que sostiene firmemente que la felicidad individual no existe sino es colectiva. Es decir: no puede ser feliz si su prójimo no lo es. Y por ende ya no desea ser absolutamente feliz en un mundo injusto. Está bien afligirse, esta bien tener momentos de infelicidad, está bien pensar en las desdichas de los demás, porque este hombre ha desarrollado una filosa sensibilidad social que ya no lo dejará ser feliz. No al menos la forma tradicional de felicidad. Muchas veces sus pensamientos acerca de la realidad lo atormentan al punto tal de querer modificarla, y son esos pequeños intentos lo que comienzan a llenarlo de vida. A diferencia del burgués ya no desea el mundo que sus padres le dejaron, lo cuestiona, quiere algo mejor. “Quiere algo más justo”.

Acerca de la seguridad:

El hombre de derecha, como anteriormente lo mencione, posee bienes que lícita o ilícitamente ha adquirido. Allí toma conciencia de que existen quienes no poseen bienes y por lo tanto se siente vulnerable. En ese momento comienza sus eternas plegarias al estado pidiendo, a veces, exigiendo, otras, seguridad.

Su dinero le sirve para “casi” todo: la mejor educación cipaya, la mejor obra social, la mejor casa, el mejor barrio y otras cosas más. Pero la seguridad no la puede comprar con dinero, entonces, comienza a exigir mediante diarios, radios y TV por la famosa “pena de muerte”. Dirá cuando se le pregunte: ¡Yo te quiero ver a vos, si te matan un hijo si no vas a estar a favor de la pena de muerte! Porque esa es su paupérrima teoría justificativa para tremendo sadismo como lo es la pena capital. Hombre civilizado que ante la inseguridad acude a la barbarie y he aquí “una gran contradicción en su forma de pensar”.

Este hombre inmediatamente toma el problema como algo personal, lo hace suyo, su pensamiento ya no es más objetivo, ahora es subjetivo, se trata de “su” hijo, de “sus” bienes. Cuando el problema es la falta de educación a este ni siquiera le interesará, porque “su” hijo va a una escuela privada.

En cambio para el hombre de izquierda, la seguridad es algo que vendrá única y solamente cuando la distribución de la riqueza sea más justa. Intenta radicalizar el problema. La seguridad es una consecuencia de otros temas mucho más trascendentales. “El niño llora”, y entonces se pregunta, “pero porqué llora el niño”, tan simple como eso.

El hombre de izquierda tendrá siempre una sola intensión, que de seguro puede ser cuestionada la forma que emplea para llevarla a cabo, pero va a ser una sola y desde el vamos está bien clara: un mundo más justo.

El hombre de derecha, en cambio, tendrá una segunda intensión que siempre la esconderá detrás de la que él dice ser la única, como por ejemplo: el glifozato en los campos es necesario porque ha sido el gobierno el que ha empujado a que cada vez se tenga que sembrar más soja, para de esa forma “poder sobrevivir”.

Acerca del arte:

El hombre de derecha es “a veces” consumidor de arte, cuanto más caro el arte, mejor. Si sabe o está en condiciones culturales para apreciarlo, no lo sabemos pero sí hay un factor común en todos ellos en cuanto al arte, y esto es que son incapaces de realizarlo. Esto más bien le corresponde al hombre de izquierda, porque éste es el que ha leído, es el que ha sabido ver el mundo, conoce el hambre, ha sido perseguido, ha sido muerto una y mil veces y es el arte lo que lo ha resucitado. El arte lo mantiene vivo, no el dinero, el arte. Aparte, no nos olvidemos que la sensibilidad, atributo esencial para el arte, le corresponde únicamente al hombre de izquierda.

La sensibilidad en el hombre de derecha, si existe, es determinada por la iglesia y la perorata que tenga ésta acerca de ser un buen cristiano. Para el hombre de derecha ayudar al prójimo le corresponde únicamente a la iglesia y a las instituciones u organismos que de ésta dependan, pues entonces si quieren ayudar lo harán desde la iglesia. Para ellos, todo aquel que lo haga por fuera de la misma y sus instituciones merecerá un pensamiento reservado, cauto, desconfiado.

Por último, y porque no me quiero extender, ya que la idea es que se lea: en cuanto a los medios de comunicación, el hombre de izquierda no puede evitar preguntarse qué sucedería si a las urbes el único diario que llegase sea escrito desde y por las villas, asentamientos o barrios carenciados. Es decir: qué sucedería si todas las personas del país que aún no ha tomado conciencia de su dicha, lo hiciesen. Pudiesen ver, leer o escuchar cuales son las noticias de esos sectores. Que un niño de 8 años pueda contar “sus noticias” y al fin ser escuchado y no tapado por cínicos políticos, contar cómo con tan solo 8 años lo violaron a una cuadra de su casa, cómo la violencia es la única forma que ven para solucionar los problemas, cómo la iglesia que opera en sus calles es la primera en señalarlos y discriminarlos, cómo un niño tan niño puede llegar a convertirse en adulto en un trís de tiempo mientras los diarios escritos por y para las clases medias y altas se quejan de los impuestos que paga el campo.

Probablemente, como otras veces, se me acuse de generalizar, entonces para ellos escribo esto: cuando realizamos algún tipo de análisis sociológico probablemente se tenga que generalizar, porque estamos hablando de la sociedad en general y no de casos en particular. Por otro lado, si esto los aterroriza tanto es cuestión de no sentirse incluido y listo. Porque, finalmente, pertenecer o no a una generalidad depende de cada uno de nosotros. ¿Cómo andamos de conciencia mis estimados?

Facundo Riera

lunes, 30 de mayo de 2011

Un sueño


Yo los había visto hacer triturar ilegalmente sus viejas carcasas robadas. Los había oído despilfarrar billetes manoseados, por sus industriales bocas pulcras. Y había compartido un caminar con sus estáticos cuerpos ridiculizados.

En vidrieras de exposición a la venta, sin precio, remataban sus pieles rígidas como la cera a los pobres indefensos desalmados; y en trueques lastimosos, pidiendo a cambio algo de ovación, se deshacían de aquello que no les convenía en el camino a ser reconocidos por un hipócrita con más suerte: ¡sus propios ideales!

En la ruta masiva que conducía a obtener un papel con sello en el que algún mediocre le pusiera titulo a quienes eran, estaba señalizado el rumbo a la perfección, con deslumbrantes gigantografías en las que brillaban los lideres del rebaño mostrando unas plásticas muecas a las que habían puesto el nombre de sonrisa...y sintiéndose pequeños frente a ellos, los sentí resignarse a sus instintos para ser fieles devotos de una imagen popular.

Poco a poco comencé a preguntarme por qué nadie optaba por los polvorientos, oscuros y no señalizados senderos que se desviaban de aquella ruta comunal. Decidido a acercarme a uno de esos, me salí del rebaño y fui apedreado, escupido e insultado. Después de un largo rato de vagar por varias entradas oscuras, leyendo avisos en sus entradas (PELIGRO: SOLEDAD; PELIGRO: EXCLUSION; PELIGRO: MUERTE), ignorando a mis demonios del terror, me decidí a adentrarme en ese sendero que yo mismo había elegido, que era más angosto y menos cómodo, más largo y menos transitado; y desafié aquellos monólogos colectivos que explicaban la correcta fórmula a la infeliz felicidad.

Recuerdo haber despertado en ese mismo instante, y como el residuo de una pesadilla pasaron fugazmente por mi memoria aquellas almas perdidas que trituraban sus viejas carcasas, despilfarrando billetes manoseados por sus bocas; con sus cuerpos ridiculizados de cera expuestos a la venta; pisoteando sus ideales para conseguir la ovación de un líder vacío; aceptando un título en el que alguien que no los conocía los definía sin razón; adorando las plásticas figuras de emociones falsas; agachando sus cabezas frente a la cruel mentira de que ninguno estaba programado para grandes desafíos; caminando inmóviles muertos en vida.

Y en esa nueva realidad en la que había despertado, vi que no éramos pocos quienes sosteníamos nuestras propias fantasías de quienes éramos y qué debíamos hacer con eso; y las frentes en alto y miradas encontradas, respetando la existencia de un otro semejante, me hicieron recordar esos falsos carteles que mentían diciendo que por nuestro propio camino, con nuestras propias decisiones libres y fugaces, levantado cada uno su propio ideal, nos quedaríamos solos, muertos y excluidos.

Y la felicidad, se vuelve así algo tan abarcativo y personal que no puede acorralarse en una definición fundamentalista de buen aroma y mal sabor.


Czarina Fagiano

martes, 17 de mayo de 2011

El punto de partida



Nací junto a la democracia y con el fin de la nefasta guerra de Malvinas, soy de esa generación que nació escuchando el reclamo de un cambio, cambio que hoy seguimos pidiendo y buscando.

Este es el punto de partida. El punto desde donde empiezo a escribir, reflexionando sobre la posibilidad de formar parte real de ese cambio. Siempre escucho hablar de personas que dicen querer y trabajar en la búsqueda de ello. Yo me pregunto si todas esas personas que tanta bandera hacen de dicho cambio y de cuáles son las maneras de llevarlo adelante, alguna vez pensaron realmente en poder lograrlo. Me lo pregunto porque muchas de esas caras son las mismas de siempre, las que sólo buscan mantener esa bandera intentado mantener su estilo de vida. Nací en una época en la que “el cambio” se empezó a gestar, pero crecí y ese cambio nunca terminó de concretarse, en el medio pasamos por mil y unas recetas para lograrlo, pero nunca se termina de dar, nunca termina de formularse el método para implementarlo.

Ahora bien, tendríamos que ver qué tan capaces somos de afrontar tamaña empresa. ¿Realmente estamos dispuestos a cambiar? ¿Cuando decimos que pensamos en el otro, lo hacemos? ¿Somos realmente capaces?... esas preguntas siempre me dan vuelta en la cabeza. Escucho hablar a la gente y siempre con palabras tan coloridas, tan llenas de esperanzas, de buenas intenciones, pero siempre son eso: Sólo palabras bonitas.

Si ese mundo que soñamos, ese mundo inclusivo y no exclusivo, es tanto más lindo y satisfactorio, ¿porqué siempre muere en un sueño? un sueño de unos pocos “Locos” que buscan ganarle a las tan conocidas y desgastadas artimañas del sistema en el que vivimos, ¿será qué realmente es imposible de ganarle? Tanta sangre derramada en un bando y el otro, guerras que no gana nadie o que simplemente perdemos todos, países desgarrados, nenes con hambre, madres llorando a sus difuntos maridos, hijos, hermanos…¿a donde apuntamos realmente con todo esto?.

Un Amigo me dijo, Ruso: el planeta tiene todo el tiempo del mundo ¡nosotros no! Es ahora o nunca…así de determinante, así de fugas es nuestro paso por este tan bondadoso planeta que nos hizo tan inteligentes a la hora de exprimirlo pero tan incapaces a la hora de pensar en el “para todos, todo”. Algo tan sencillo, ese todo no radica en palacios, fortunas ni lujos, simplemente habla de que todos tengamos las mismas posibilidades, que no existan personas de descarte, personas que no son productivamente sustentables y por ende son números en rojo…si rojo es el color de la sangre (por lo menos de la mía), tendría que ser el color de la vida y no el de la muerte. Cuando miro para atrás veo un montón de personas que buscaron realmente poder llevar adelante ese cambio tan necesario y buscado. Ellos, los otros locos como yo, empezaron a marcar el camino para ese cambio del que estoy totalmente convencido que nos toca formar parte activa, si ellos hicieron tanto con tan pocos recursos, con tanta propaganda en su contra, si hoy todas las voces reclaman algo más humano, reclamando que el “ser” humano nos llegue a todos y no a unos pocos agraciados que se amparan en esta forma de vida para poder mantener su ¡nivel de pudiencia!... a costillas de tantos miles y miles que dejan su vida en el yugo para poder hacer de su paso por el planeta un poco más placentero. Pienso y me voy por las ramas, son tantas las cosas que no entiendo, son tantas las cosas que me hacen pensar y pensar en que no podemos estar errándole tanto, pero tanto.

Vivo en una hermosa ciudad en la que las personas pasean por las calles haciendo alarde de su buena posición social, de sus tan fructíferas empresas (el tan golpeado campo, que ya no sabe ni donde ni como guardar tantos billetes), sus lindos bmw, audi's y las infaltables ¡chatas!, éstas, obviamente tiene muy poco que ver con lo que mi abuelo señalaba como tales. Y bien, muchos pueden tomar este punto de vista como el de un resentido porque es la primera ventana que les queda a los que se sienten incómodos con esta realidad, pero si todos estos salieran tan solo 15 cuadras del iluminado centro y se tomaran el trabajo por primera vez en sus vidas de aceptar la cruel realidad que se vive en una ciudad de casi 100 mil habitantes nada más, (no estamos hablando de una gran aglomeración), y fijaran sus ojos en un nene que anda descalzo, con frío y hambre, me pregunto: ¿mantendrían esa postura de que son vagos y de que lo único que les interesa es el Plan que el oficialismo les da? Digo: es hermoso ver la costanera tan bonita, pero ¿no seria mucho más provechoso y hermoso ver que todos los gurises tengan la posibilidad de tener la infancia que se merecen? ¡No sentirían un poco, al menos, la culpa de que sus lujos sean los culpables de semejante crimen de lesa humanidad como es robarle la posibilidad, a un nene, de soñar!

Si no somos capaces de devolver la capacidad de soñar a un pibe no podemos hablar de un cambio, es tan simple como eso, tantas palabras que se lleva el viento, tantos luchadores que se llevo el viento, tantas ilusiones. Hablar de cambiar las cosas no puede ser entendido solamente por el hecho de que no se vean más personas con necesidades básicas, el cambiar las cosas esta en devolver la dignidad robada, en devolver lo que nos adueñamos sin permiso, en tomar como ejemplo tanta sangre derramada, tantos recursos mal gastados en bandera de una causa que no es nuestra, sino de 5 tipos que se hacen incalculablemente ricos riéndose de nosotros. Ellos se ríen de nosotros y nosotros los miramos con admiración, queriendo imitar su ejemplo, ese ejemplo que puso al mundo en el lugar en el que se encuentra: en el que sea todo para unos pocos y nada para muchos, y es ahí donde me vuelve a dar vueltas en la cabeza las palabras de ese amigo mío, si es tan simple como eso, si nuestra vida es tan efímera como el recuerdo que podamos marcar a fuego en la conciencia de nuestros seres queridos ¿no es hora de que realmente tomemos conciencia y entendamos que por mucho que hablemos si no acompañamos la palabra con la acción no somos más que otro puñado de falsos intelectuales? El cambio realmente radica en nosotros, la cuestión está en ver qué tan capaces somos de llevarlo adelante, pequeñas acciones hacen a grandes causas.


Alberto Massart

sábado, 30 de abril de 2011

Efemérides del 1 de Mayo



Gualeguaychú, nuestro Chicago

En esta oportunidad me gustaría contar dos breves historias y, cómo estas, de alguna manera se relacionan: la primera, seguramente muy conocida por todos; la segunda no tanto, pero no por esto menos relevante.

El 1 de Mayo de 1886 los trabajadores norteamericanos se lanzan a la epopeya conquista de la jornada laboral de 8 horas, en las que hoy muchos nos amparamos. Aunque aún queden muchos otros que, lamentablemente, no lo han logrado. Es que hasta ese momento llegaban a trabajar inclusive 16 horas diarias. Lejos, muy lejos de las 8 horas destinadas al trabajo, 8 al sueño y 8 para recreación personal recomendado por la organización mundial del sentido común. Pero como eran tiempos de bala fácil y reclusiones constantes a encargo de los sectores patronales, primeramente deberían morir algunos “malos” ejemplos.

El proletariado yanqui venía reclamándolo desde la década de 1860, hartamente cansados de ser explotados del crepúsculo al ocaso para seguir siendo igual de pobres al final de cada día, igual de desamparados.

Se encontraban literalmente solos, eran ellos y nadie más que ellos la fuerza ejecutora para tamaña empresa, el último bastión para la reivindicación laboral más justa que hoy gozamos.

Entonces esto que había comenzado el 1 de Mayo en Chicago se extendió hasta encontrar su punto más crítico el día 3 de Mayo. La huelga transcurría pacíficamente, como sus líderes lo habían pactado, cuando llega la policía para desbaratarlos, disparan hacia los insolentes, ocasionando la muerte de uno de ellos e hiriendo a otros.

Esos trabajadores acababan de ser marcados a fuego. No había marcha atrás, ahora comenzarían a tutearse con la muerte, pero como la recompensa era tanto justa, eso de morir era sólo un consecuente detalle.

Al día siguiente de la muerte, los trabajadores, lejos de mermar en su lucha, deciden ir a por todo. Protestan por la masacre de su compañero. Una vez más la policía hace su entrada triunfal al lugar, apresa a los lideres de la proclama, más tarde reconocidos por la historia como “Los Mártires de Chicago”, quienes 6 meses después (Noviembre de 1886) son embusteramente enjuiciados por arrojar una bomba en una de dichas protestas que desemboca en la muerte de un oficial de policía. Los mártires son 8: Adolph Fisher, Augusto Spies, Albert Parsons, George Engel, Louis Lingg, Michael Schwab, Samuel Fielden y Oscar Neebe. Para sorpresa de nadie fueron encontrados culpables: 5 serán condenados a la horca, de los cuales uno decide suicidarse en la cárcel, otros dos a reclusión perpetua y por último, un dichoso a 15 años de prisión. La condena tenía que ser ejemplar para futuros reclamos. Es que uno nunca sabe, vio.

Es por esto que cada 1 de mayo los trabajadores, a sabiendas o no, recordamos sin recordar la masacre de estos imbatibles militantes que lucharon por nuestros derechos. Que lo hicieron nada más ni nada menos que en el único país que hoy no los recuerda, que además mantiene e indaga por políticas antisindicales. Justamente el país que se jacta de su bendita democracia, déspotamente han declarado el primer Lunes de Septiembre como el Labor Day y no el 1 de Mayo como el día de los trabajadores (muertos al luchar).

Pero así como Estados Unidos tiene su trágico 1 de Mayo, también lo tenemos los argentinos, donde la ciudad de Gualeguaychú sería el escenario para nuestro parangón. Nuestro Chicago.

Exactamente 35 años después, el 1 de Mayo de 1921, en la plaza Independencia (actualmente plaza San Martín) de dicha ciudad, miles de trabajadores rurales y obreros no tienen mucho para festejar en su día, pero si mucho por exigir. Las deplorables condiciones de trabajo en las que se encuentran los arrojan a la plaza principal de la ciudad para tratar de que sus plegarias sean escuchadas por sus patrones. Éstos, de sorderas pronunciadas y cegueras inminentes sostienen la firme convicción que la explotación del hombre por el hombre es sin lugar a duda el modelo económico para el crecimiento del país, o al menos de sus bolsillos.

La ciudad se encontraba, claramente, dividida en dos. Ese mismo día, en la misma ciudad, durante las mismas horas, la oligarquía terrateniente, festejaba el día del trabajador en las zonas aledañas al puerto, algo así como un contra acto por el día del trabajador pero sin ellos, ya que estos últimos lo hacían a unas aproximadas veinte cuadras de allí.

Luego de haber dejado aclarado cuestiones de espacio y tiempo, me parece oportuno y justo hacerlo con algunas circunstancias políticas en la que se encontraba el país. Digo esto para tratar de entender mejor este suceso y poder dificultar la rápida desmemoria.

En la argentina de los años 20 (donde el marxismo contrabandeado a América por los inmigrantes europeos es una filosa navaja atentando ya no sólo contra las monarquías, el vaticano y los zares) queda solemnemente inaugurada la “Liga Patriótica Argentina”, una agrupación ultra fascista que amontona a la derecha más recalcitrante del país. Apadrinada por políticos, el ejército, la iglesia y, por supuesto, acaudillada por los hijos de la flor y nata de la comunidad. Cuyo brazo ejecutor lo conforman clandestinos grupos de tareas que salen deliberadamente a las calles a hacer justicia por mano propia, centrando como blanco de su accionar a los trabajadores, entonces llamados anarquistas. Esta liga embanderada de celeste y blanco y emborrachada de testosterona la preside un ultraderechista Manuel Carlés, reconocido entre sus pares por sus formas en los dimes y diretes. De un exquisito prontuario al servicio de la siempre frac-queada sociedad. Este siniestro personaje tiene sus satélites en todo el territorio argentino y por supuesto que Gualeguaychú no sería la excepción. Aquí esperaban, gustosamente, su arribo mientras desfilaban gauchos comandados por los hacendados, colegios religiosos de la ciudad y la mismísima juventud de la liga patriótica.

Una vez finalizada la procesión, encolerizados y respaldados por la seguridad que hace a las turbas deciden trasladarse hacia la plaza Independencia, donde se encontraban los obreros haciendo sus pacíficos reclamos. Envisten en la plaza acaudillados por un conocido terrateniente del lugar, Francisco Morrogh Bernard (digo conocido porque aún hoy su nombre es homenajeado por una de las calles de la ciudad), quien sin dudarlo se pone a la cabeza de la masacre que allí se produciría. Los trabajadores son franqueados hasta que comienzan los disparos donde 4 personas mueren de forma inmediata, 35 son heridos y de los cuales 13 morirían en los días siguientes. Los trabajadores intentan resistir como pueden, pero las piedras y los palos nada pueden hacer frente los sofisticados fusiles para-policiales. Manuel Carlés no vacila en llamar a este día como “Gloriosa Clarinada”. Nosotros lo llamaremos y debemos recordarlo como lo que fue: La masacre de Gualeguaychú.

Estos son algunos datos que han sido proporcionados por Ateo Jordan, hijo de uno de los sobrevivientes de aquella fatídica tarde, quien en cuyo nombre, justamente, hay una huella imborrable de aquel episodio: su padre decide llamarlo Ateo, al recordar que los primeros disparos que en ese día se dieron provenían de las torres de la iglesia Catedral ubicada frente a la plaza. Lo que sirve para evidenciar, una vez más, la gruesa mentira de que la iglesia no mantiene relaciones carnales.

Pero amén de este mal trago, quiero recordar los nombres de al menos, los cuatros dirigentes muertos aquel, hoy no tan, lejano día: Lorenzo Timón, Pedro Villareal, Ángel Silva y Celoño Iglesias son sólo algunos de nuestros merecidísimos mártires.

“En conmemoración a los 90 años de la masacre de Gualeguaychú. En homenaje a todos los trabajadores del mundo, pero por sobre todo, a aquellos que aún hoy, sus derechos continúan siendo negados”.

Facundo Riera

viernes, 15 de abril de 2011

"Apraxia"


Se le caía el pantalón, andaba en silla de ruedas y detenía el ascensor al decir que por las escaleras iba a bajar con su andador.

Pero, al parecer no había tiempo porque el único tiempo es el de entrar y salir del ascensor una y otra vez. Y si me descuido ni siquiera hay tiempo para tocar el botón del piso al que vamos porque alguien te ganó de mano y te llamó. Y si me descuido tampoco hay tiempo para abrir y cerrar la puerta porque el ascensor ya lo hace por vos.

Entonces, ¿cómo no pensar que la silla de ruedas termine siendo el hospitalismo de este hombre, si al parecer, todo está dado para que así sea? Pero, ¿por qué no hacer que las cosas dejen de estar dadas frente al grito de un hombre que sólo quiere sentir como sus pies rozan el suelo de las escaleras? ¿Será que no hay tiempo? ¿O será que no nos bancamos el impass del mismo?

Y ahí me encontraba yo pensando estas líneas cuando era la tercera en discordia en la situación de una mengana, por no decir ortodoxa del discurso médico, que le decía a su supuesto paciente que se apurara al bajar las escaleras.

Ella le hacía de bastón, pero a la vez él tenía su andador. Ella lo arrastraba, él tiraba. Ella iba tres escalones adelante, él iba tres escalones atrás. Y ella le dice: Ay, este ascensor que nunca anda, no puede ser, no podemos estar perdiendo el tiempo todos los miércoles así. ¿Te podes apurar? Vamos, vamos”. Y él con su estilo dandy le dice: “pero, si hay tiempo”. “No, no hay tiempo”-exclama ella.

Él le vuelve a decir “pero, si hay tiempo”; a lo que a la vez agrega: “mira querida, en el hospital todos los días son iguales, lentos, vacíos, lo que sobra es el tiempo”.

En ese momento, sentí un nosotros porque dijo aquello que yo pensaba y no podía decir. Pero, ¿por qué no podía decir? ¿Por el trato subordinado? ¿Por qué no podía desobedecer a quien me mandaba?

No importa, bah si importa, pero no importa porque alguien lo dijo. Él lo dijo, lo dijimos, lo gritamos.

Las cosas parecían complejas, pero no lo eran. Las cosas eran simples, el tiempo era simple.

Pareciera que uno quiere ganarle constantemente al tiempo. No hay tiempo en nuestra práctica para que alguien nos detenga en el pasillo del hospital, para que alguien delire, para no tomar una medicación, para hablar con otros en vez de que todo quede en un historial clínico, para sentarnos a pensar nuestras prácticas con otros, y mucho menos hablar de accionar en lo paulatino.

Nos creemos héroes al competir con las agujas y al decirles a ellas que no importa cuán rápido se muevan, nosotros nos movemos más rápido porque podemos más, porque hacemos más cosas, porque nos medicamos contra el tiempo del no tiempo. Eso es que nada pase, eso es el encierro, ese es el verdadero encierro.

El del interno en el hospital también es encierro, es real, se piensa real, se siente real. Los muros caminan hacia ellos arrinconándolos.

Pero, nosotros…nosotros ni siquiera estamos arrinconados, ya no estamos porque aniquilamos nuestra posibilidad de ser al inventar lógicas de encierro. Que a los que primero encierra es a nosotros en nuestro discurso médico y no nos podemos dar cuenta. Caemos una y otra vez al ir tres escalones adelantados y él todavía no está aniquilado porque puede decir que “hay tiempo”; porque elige detenerse en el poder ser.

Nosotros que vamos contra el delirio, resulta ser que el delirio es lo que nos permite decir. ¡Y no!, discúlpenme los profesionales de la salud, que cargan su guardapolvo blanco con orgullo de hecho y derecho, al decirles que en el delirio también hay deseo.

No es cuánto hacemos y corremos lo que vence, mata al tiempo. Lo único que puede contra el tiempo es el deseo y el deseo se cuela ahí donde el delirio tiene espacio para ser y para decir y tiene tiempo porque el deseo nunca muere en su constante empujón de apertura.

El deseo desea delirar. El delirio desea deseo.

El deseo desea bajar la escalera. El delirio desea deseo de bajar la escalera.

El deseo inventa tiempo para el tiempo. El tiempo inventa tiempo para el deseo.

Ah, y de hecho, ¿por qué matar el tiempo? Si abarcar mucho para matar el tiempo y encima, luego poco apretar, entonces, no sé cómo seguir hablando de nuestras prácticas. Bah!, no es que no sé, sino que no puedo saber porque alguien ya decidió por mí que debía ser prohibida de ser.

Y que el ascensor iba a cerrar por mí las puertas, y que alguien iba a presionar el botón del ascensor, y que iba a estar en silla de ruedas, y que no tenía tiem….no lo mencionemos a ver si nos hace algo.

Ah, pero…bueno será otro día porque parece ser que alguien tocó la alarma del ascensor y se volvió a quedar… ¿encerrado? Quizá, tal vez, no lo sé, puede ser, etc.

Será que el hospital ya no es sólo el muro físico. Será que el hospital es difuso, y que el encierro juega a encerrarnos ahí donde el encierro dice no tener lugar para habitar, pero tiene espacio.

Luciana Cantisani