sábado, 11 de diciembre de 2010

"Necesito hablar de Mauricio Macri"

Micky Vainilla

Mauricio Macri es campeón del mundo en abordar temas de forma superficial, básicamente de eso se trata y se ha tratado toda su plataforma política. Pero lo ocurrido en el parque Indoamericano en estos días es la gota que rebalso mi vaso.

Para tratar de entender el cerebro de Macri (para entender el problema Macri, para dejar de lado la superficialidad) tendríamos primero que hablar de su progenitor.

De ese italiano que llegó al país, como muchos otros, perseguido por la segunda guerra, el hambre y los piojos. Que inmediatamente comenzó a trabajar de obrero para así poder forjar todo eso que hoy es. Pero que indudablemente fueron los años de plomo, los que lo catapultaron a lo más alto del establishment local. En esos años, apenas antes de que los militares entregaran el poder a la democracia alfonsinista (1982), hicieron un último gesto antipatria, la última de las entregas; junto a toda la cartera económica del momento (Roberto Alemann, Martínez de hoz en la idea y Cavallo en el Banco central), por alguna cipaya razón decidieron transferir la deuda de empresas privadas argentinas a la deuda pública, es decir: anexaron la deuda privada a la pública. En un trís la deuda externa argentina había sumado a su cuenta unos flamantes 40.000 millones de dólares provenientes de empresas como las de Franco Macri entre muchos otros (como la Sevel, actual Peugeot; Simeco, empresa costructora por él fundada y precursora de las hoy Dicasa, Iecsa). Por supuesto que aquí la intervención estatal fue bien recibida.

Pero he aquí un desmemoriado jefe de gobierno que ha olvidado que su padre tiene mucho que ver en tanta indigencia. Indigencia a la cual Mauricio se refiere de forma xenófoba, olvidando que su padre también fue un inmigrante sin techo

Sería bueno que este intendente vaya sabiendo que si Argentina ha logrado ser algo, es en gran medida, gracias a los inmigrantes. Si fuimos el granero del mundo, fue gracias a la sumisión de los inmigrantes; si Perón llevó a cabo la ISI (industrialización por sustitución de importación) fue gracias a los inmigrantes; Puerto Madero fue levantado con mano de obra migrante, mano de obra de la vecinísima villa 31. Aunque el problema de Mauricio no es la migración en si, sino que los hoy inmigrantes no tienen el aspecto europeo de los anteriores, lo que nuevamente pone en manifiesto su abrupta ignorancia.

Pero sepa mi estimado que migrar libremente es uno de los derechos humanos que conforman al pacto San José de Costa Rica, y que usted como dirigente tendría que saberlo. O al menos tener la intuición.

El hecho de que un centenar de personas tomen terrenos estatales, no tiene nada que ver con la delincuencia, que de seguro los hay como también los hay en Puerto Madero. Esto es más profundo, aquí hay gente que no tiene donde vivir, que a pesar de que trabajan no tienen acceso a una vivienda. Problema no resuelto ni por el gobierno de la ciudad ni por el gobierno nacional (y que éste último además, me parece oportuno remarcarlo, tiene una cordial relación con Franco Macri, quien hace lobby para Argentina en China). Que no han sabido frenar ni regular los altísimos precios de ventas y alquileres. Que mucho hicieron para fomentar que cada casa tenga su plasma, pero poco para la adquisición de viviendas de los asalariados.

Aquí hay gente disconforme manifestándose, con hijos, bebes en brazos, que definitivamente no tienen ganas de estar pasando eso malos momentos, pero están hartos cansados de que nadie los escuche, de que les tomen el pelo. De ver por la televisión a su Jefe de Gobierno anunciando que recupero el teatro Colon “para todos los argentinos”. De saber que el gobierno macrista ha destinado más dinero del presupuesto porteño a negocios financieros que a desarrollo social, y los resultados son estos.

Cuando Mauricio quiere meter bala a estas personas que no tienen donde vivir, no puedo dejar de pensar en la ironía que nos presenta la vida. Qué justamente sea el hijo de uno de los máximos artífices de nuestra deuda el que les hable de ética ciudadana a los sin techos. Que no tienen casa pero que igualmente le deben alrededor de 3.500 dólares cada uno (porque esto es más o menos lo que debemos cada uno de los argentinos a las entidades internacionales de crédito) a una entidad financiera llamada F.M.I para saldar una deuda contraída por papá Macri y gente de su estirpe. Dinero que jamás llegó al pueblo en ninguna de sus formas. Una deuda ilícita, que como bien dijo el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, se les debe una explicación a los pueblos latinoamericanos.

Entonces es cuando les dice que “no va a negociar con personas que han cometido un delito”, y es cuando a mi se me desata el ombligo de risa. Una persona que no conoce el sanguche de mortadela, nunca escucho Rock y estudio en la UCA (a esto último no lo se, pero lo presiento) les habla de ética a personas que no tienen casa y tienen hambre. Una ética que de seguro no tuvo ni tiene su padre, quien económicamente esta salvado; entonces porqué esperar que la tengan personas que ven al futuro como una palabra lejana e inentendible.

Permítaseme decir algo acerca de la delincuencia, palabra que junto con inseguridad estremecen a mi sociedad: yo creo que en las cárceles existe una gran cantidad de buenas personas que les ha tocado pasar por malos momentos, circunstancias no deseables, perejiles, ladrones de gallinas, rehenes de malas políticas.

En cambio, Franco Macri hace lobby en China, Cavallo da clases de economía liberal en EE.UU., Menem es protegido por sus honores de diputado. Yo creo que estos son verdaderos delincuentes: personas que teniendo la posibilidad de elegir, de ser éticamente correctos, de encontrarse en extraordinarias circunstancias, igualmente optan por quebrantar la ley moral y escrita, por cagarle la vida millones de personas. Eso es delincuencia.


Facundo Riera

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