sábado, 27 de noviembre de 2010

"Desmanicomialización: Me paso algo..."

Me pidieron que escriba algo sobre desmanicomialización. Esta persona me hizo este pedido porque también le pasó algo, no sabemos cuál fue el disparador pero algo le pasó.

Cuando empiezo a pensar y sentarme a escribir sobre desmanicomialización tengo la sensación de no tener ni una sola certeza, y eso es lo que me pasa. Si bien podría ponerme a enumerar los tips que la explican claramente, siento que con eso no pasa nada (hoy 25 de Noviembre del 2010 se aprobó en el Senado la Ley Nacional de Salud Mental que incluye muchos elementos que pregona la Desmanicomialización; palabra que la Institución Microsoft Office y su Word todavía no aprobó y por ende no reconoce).

Me dan ganas de empezar contando una situación en uno de los servicios. Esta escena supongo que es real, pero seguramente también tiene detalles ficticios. Supongamos que dentro del hospital Borda hay una organización con fines artísticos y desmanicomializadores. Supongamos que en esa organización hay talleres con distintas disciplinas artísticas. Supongamos que en uno de esos talleres se hace Circo, y que ese taller tiene su espectáculo. Supongamos que uno de los integrantes tiene ganas de empezar la primaria y les pide a los coordinadores que lo ayuden. Supongamos que se consigue un espacio donde empezar inmediatamente a estudiar, supongamos que este lugar queda a 7 cuadras del hospital, supongamos que este lugar no tiene las trabas burocráticas características de toda institución educativa. Supongamos que las maestras le dicen a este integrante que puede empezar ya, que los horarios los van manejando en función de las necesidades de cada quien, que los van programando día a día, que no hay que anotarse en ningún lado para pedir vacante, que no hay que llenar ningún formulario, que no hay que pagar. Supongamos que lo único que se necesita para ir a estudiar es el deseo.

Supongamos que los coordinadores ingenuamente van a comunicarle esta noticia al jefe de servicio del "tallerista" en cuestión. ¿Para qué? Para trabajar en equipo, para acompañarlo en este proceso, para que se empiece a mover, para que recupere algo de sus herramientas perdidas en el otro proceso, el de institucionalización. Para que recupere algo de su autonomía, para que pueda valerse por sus propios medios, para seguir dándole cuerda a ese deseo que él se ocupo de volver a mover. Para que pase algo (la letra cursiva me da a movimiento).

Las primeras respuestas fueron: “es muy lejos”, “no tiene el DNI para inscribirse”, “el ciclo lectivo empieza el próximo año”, “no puede valerse por sus propios medios”, “necesita la autorización del juez” ,“su psiquiatra está de vacaciones” ,“el jefe de servicio tiene licencia prolongada”. Se trataban de los queridísimos infaltables argumentos burocráticos. Fuimos eludiendo una a una cada respuesta: “queda a 7cuadras”, “no necesita inscripción, es un centro cultural”, “empieza cuando tenga ganas”, “estuvimos 10 días de viaje y se manejo de manera independiente”, “con la firma suya puede salir”.

Parecía que estábamos a punto de quebrar lo burocrático con la gambeta del deseo, estábamos felices, algo se movía, encontrábamos respuestas, no podíamos parar, estaban Pasando cosas. Hasta que…

La respuesta fulminante de la jefa de servicio, las que nos dejos sin más argumentos, sin aire, congelados en la eternidad del pabellón, la que nos volvió a manicomializar fue: “No. Le puede pasar algo”.

¡La respuesta desbastadora! A ella no se le resiste ningún argumento. Atenta contra el deseo, contra el movimiento, contra la desmanicomialización, contra la vida. Mejor que quede todo igual, así no pasa nada. Que no nos pase nada.

Que no pase nada anuncian los noticieros masivos de comunicación. Que no pase nada gritan los vecinos reclamando Seguridad. Que no te pase nada aconseja una madre cuando vas a salir fuera de casa. Que no les pase nada gritan los docentes y directores a sus alumnos en los recreos.

Por las dudas que no pase nada es el discurso del sentido común. Que no pase nada es el discurso de la Modernidad, el discurso de la razón. Esa razón que con sus cuerdas cordura corderos. Que no pase nada; es que no pase nada fuera de lo esperado, fuera de lo previsto, de lo convencional, fuera de lo común, de la norma, de lo tácito, del destino, de lo subyacente, de lo obvio, de lo natural, de los mandatos. Que no pase nada no da lugar a la sorpresa, a lo imprevisto, a lo diferente, a la incertidumbre. Que no pase nada nos condena. Que no pase nada nos vuelve a encerrar en los manicomios, en las cárceles, en las escuelas y en las familias. Que no pase nada nos encierra en el rotulo más estigmatizante, en el del deber ser.

Que no pase nada es que nos tienen que pasar las instituciones con sus certezas. Que no pase nada es poner piloto automático al consumo. Que no pase nada es peor que morir, es la muerte del deseo, uno cree que vive eligiendo y el único que elige es el imperativo “que no te pase nada”; porque para que no te pase nada viviendo hay que camuflar la vida. Que no pase nada es la manicomialización en su grado mayor de exponencia. Es la manicomialización, porque es la quietud de los cuerpos.

¿Cómo esta doctora no va a pregonar “que no pase nada”?, si a ella no le pasa nada.

Iba a hablar sobre desmanicomialización, contar un poco sobre las ideas, los conceptos. Las casas de medio camino, las internaciones a corto plazo y como último recurso, evaluadas por un equipo interdisciplinario, la decisión y libertad de las personas, el derecho a la vivienda y el trabajo, la prohibición de nuevos manicomios, la atención de la salud mental en hospitales generales, la atención ambulatoria domiciliaria, el vínculo con los lazos familiares y sociales. Pero esto se puede buscar, se puede leer, se puede repetir como el padre nuestro. Muchas de las cosas que ya dice la ley 448. Una ley promulgada hace diez años y que no pasa nada.

Me pasa esto. Me pasa contar una situación real con algunos toques ficticios. O quizás al revés, invente una historia con condimentos y pasajes de mis visitas hospitalarias. Quizás sean momentos donde habría que dejar de seguir repitiendo discursos, leyes y palabras vacías. O quizás no. No vaya a ser cosa que Nos Pase Algo.


Por Fernando Stivala

5 comentarios:

  1. por suerte nos siguen pasando cosas!! y con esto algo insistirá en pasar, desear insiste.
    y pasó qeu escribiste con el alma!! abrazoooooo Vero

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  2. En parte ya te lo dije en persona pero creo conveniente plasmarlo acá, porque me parece un artículo más que interesante. Y te agradezco por compartir estas palabras y pensamientos con nosotros. Creo que siempre es bueno compartir nuestros pensamientos e ideas, sobre todo si son pensamientos con contenido, pensamientos que incitan, que provocan, que generan, que movilizan, que hacen que pase algo...que te invitan a desear, que desmanicomializan, que incluyen...gracias.

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  3. Exelente artículo Fernando!
    Lamentable realidad para nuestros loquillos, que son nuestros cuerdos los que velan por ellos. Como dijo Luca Prodan: "yo estoy al derecho, dado vuelta estás vos"
    Muchas gracias por contar esa loca realidad.

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  4. Muy clarito Fer, muy lindo!! Todos los espacios donde hay que romper, a donde están las ataduras que nos tiran para adentro, que nos alejan del otro (que parece intentamos sea un "que no pase nada").

    Gracias por escribir loco, gracias por hacer!

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  5. IMPRESIONANTE...

    Supongamos que me dejo pensado. Supongamos que no quiero que el "no pasa nada" me coma la existencia...Supongo y acredito tu compromiso. Es un enorme placer poder leer y verte trabajar desde adentro en algo que vivín con tanta intensidad, algunas veces con tanta impotencia...Gracias por emocinarnos con tu circo y con tu Gran Obra.

    Abz Fuerte. NK

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